El papa Francisco aprobó el decreto para la canonización de los llamados mártires de Tlaxcala, los niños indígenas mexicanos Cristóbal, Juan y Antonio asesinados en 1527 el primero y 1529 los otros dos por profesar la fe cristiana.

Los tres niños fueron beatificados el 6 de mayo de 1990 en la basílica de Guadalupe por Juan Pablo II y para ser canonizados no han necesitado ningún milagro, sino el parecer positivo de los miembros de la Congregación para las Causas de los Santos en el que se reiteraba su asesinato por "odio a la fe".

Cristobal nació en una población de Atlihuetzía y cursó sus estudios en la escuela franciscana de Tlaxcala y murió a la edad de 12 años matado por su padre después de que el niño le había pedido con insistencia que olvidase a los ídolos y se convirtiese al cristianismo.

Lo mismo ocurrió a Antonio, hijo del jefe de Tizatlan, y a su criado Juan que tras conocer a fray Bernardino Minaya fueron asesinados mientras quitaban ídolos indígenas de las casas de la zona.

Aprueba canonización de Francisco y Jacinta, pastorcillos de Fátima

El papa Francisco también aprobó el decreto con el que se reconoce el milagro por el que serán declarados santos Francisco y Jacinta Marto, los hermanos pastores que, según la Iglesia católica, presenciaron las apariciones de la Virgen María en Fátima, Portugal.

La aprobación de este decreto para canonizar a los dos niños, que murieron poco después de la apariciones, entre mayo y octubre de 1917, se produce dos meses antes de que el papa Francisco viaje a Fátima para participar en el centenario de las apariciones.

El milagro por la intercesión de ambos niños es el de la presunta curación de un niño brasileño.

También canonizarán a 30 mártires brasileños asesinatos en 1645

El papa Francisco aprobó hoy la canonización de los que fueron los primeros mártires brasileños, los sacerdotes Andrés de Soveral, Ambrósio Francisco Ferro y el laico Mateus Moreira y otros 27 compañeros asesinados por el "odio a la fe" entre el 16 de julio y el 3 de octubre de 1645.

Para ser canonizados no han necesitado ningún milagro, sino el parecer positivo de los miembros de la Congregación para las Causas de los Santos en el que se reiteraba su asesinato por "odio a la fe".

Son los primeros mártires y santos brasileños asesinados por los protestantes calvinistas holandeses instalados en Brasil en aquella época.

Fueron asesinados en las localidades de Cunhau y Uruacu, en Natal, estado de Río Grande do Norte y se recuerda la matanza de Cunhau del 16 de julio de 1645, durante una misa dominical oficiada por Andrés de Soveral.

El papa Juan Pablo II les beatificó el 5 de marzo de 2000 en la basílica de San Pedro.

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