La Teniente Claudia Meixueiro Calderón se esforzó mucho para no llorar. Estaba de pie, bajo el sol, en la explanada de la Secretaría de Marina-Armada de México, para recibir su placa de postgrado.

Ayer fue un día muy importante, se graduó de la Maestría en Anatomía Patológica, fue una gran satisfacción porque “le encanta”, pero el mayor reconocimiento lo obtuvo por entregarse al 100 para ser una de las mejores médicos militares ya que, para lograrlo, los últimos tres años tuvo que vivir a 926 kilómetros de su pequeña hija.

“Llevó 16 años en la Marina, desde que entré empecé a estudiar medicina en la Escuela Médico Naval, son cinco años de carrera, y la Secretaría me envió de comisión en servicio al Centro Médico Nacional Siglo XXI, del IMSS, donde estuve tres años para hacer mi especialidad en anatomía patológica.

“De verdad fue muy hermoso haber estudiado ahí, quiero llorar... lo que tiene el Siglo XXI es envidiable en cualquier hospital del extranjero, vienen médicos de fuera a estudiar casos, es muy buena la docencia", aseguró antes de hacer una pausa para reflexionar.

"Lo que ocurre… tengo una hija...”, la médico cirujano apretó los labios y agachó un poco la cabeza. “Me tuve que separar de ella para estudiar, y es lo más difícil que viví”, alcanzó a decir antes de que sus ojos verdes se llenaran de lágrimas. La garganta se le cerró, hizo una pequeña pausa y jaló aire para continuar.

“Ella me daba mucha fuerza porque en la residencia hay libertad, hay fiestas y nunca quise hacer nada de eso, me dediqué a hacer lo que tenía que hacer porque, para mí, el precio que estaba pagando era muy, muy alto, las cosas que más me motivan es que ya terminé y voy a poder vivir con mi hija”.

Meixueiro Calderón tenía las mejillas mojadas pero sonreía. Los tres años que duró la especialidad estuvo lejos de su familia, se perdió los cumpleaños de su pequeña, algunas reuniones de fin de año, pero hoy está satisfecha porque como médico militar y patóloga, asegura, está capacitada para dar diagnósticos con certeza, podrá ayudar a muchas personas y podrá transmitir sus conocimientos a otras personas.

La mujer, originaria de Culiacán, Sinaloa, estará al servicio de los mexicanos cuando se le requiera, explicó el secretario de Marina-Armada de México, Vidal Francisco Soberón Sanz, en su discurso.

“La práctica de la medicina militar y naval exige una asentado sentido del deber, pero sobre todo, una evidente vocación por la carrera de las armas, vocación que se traduce en amor por México, entrega para desempeñarse en todo tipo de situaciones, con un gran espíritu solidario. Una labor que va más allá de los muros de nuestros establecimientos médicos al brindar apoyo a la población en zonas de desastre y ayuda humanitaria”, subrayó el secretario con orgullo.

Así como ella, este jueves se graduaron 84 estudiantes de postgrado, de medicina, enfermería y odontología, 27 pertenecen a la primera generación de egresados de la Escuela de Postgrados en Sanidad Naval, de las especialidades en ginecología, obstetricia, medicina interna y familiar, traumatología, ortopedia, radiología e imagen, cirugía general y pediatría.

“Es un gran esfuerzo que reconocemos y aplaudimos”, dijo Soberón Sanz hizo e hizo una pausa para levantar la mirada y dirigir un aplauso al pelotón de jóvenes que vestían el uniforme negro, de gala, tocado blanco y zapatos de charol que destellaban con la luz del sol.

“Contar con una especialidad o maestría representa mayores oportunidades de vida para sus pacientes, esa es la esencia de la profesión médica, esa, es la misión del personal de sanidad naval, mujeres y hombres dispuestos a darlo todo por preservar la vida de un enfermo o herido”, afirmó el Almirante, titular de la Semar, quien consideró a estos graduados como un logro nacional por tener a una Armada lista para apoyar a la nación cuando más se necesita.

“Yo sabía que la residencia es mucha entrega, no sabes a qué hora vas a salir, pero vale la pena, mi hija está bien contenta, quiere ser patóloga, igual que yo, me siento feliz, sé que me perdí algunas cosas, pero gané otras que valen la pena. Le decía a su papá: 'quiero ver a mi hija', y él me la mandaba. También fue muy importante su apoyo”, reconoció antes de dejar escapar un largo suspiró para regresar apresurada al Salón de los Candiles, en la sede de Semar.

Los marinos celebraron con el secretario de Marina; con José Narro Robles, secretario de Salud; y con Aurelio Nuño Mayer, secretario de Educación Pública. Ahí también la esperaron su mamá y Sofía, su hija, que ahora tiene seis años de edad; viajaron desde Ciudad del Carmen, Campeche,para mostrarle su apoyo y cariño.

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