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Contrario a los medallistas mexicanos de Río 2016, los deportistas con síndrome de Down, que lograron un resultado histórico de 44 medallas, no fueron recibidos a su regreso con vítores ni los reflectores apuntaron hacia ellos.

La delegación compuesta por 31 atletas participó en los primeros Juegos de la Trisomía celebrados en Italia, en el mes de julio. Las preseas obtenidas son 20 de oro, 14 de plata y 10 de bronce. Sólo la mitad de este grupo recibió apoyo gubernamental.

Algunos de ellos tuvieron que pagar los gastos del viaje para llegar a la que se considera la primera olimpiada para personas portadoras de un gen más en el par 21.

Estos juegos nacen porque los deportistas con síndrome de Down no tienen una categoría definida dentro del programa oficial paralímpico y esta justa es un equivalente.

Compitieron un total de 36 países en nueve disciplinas. Los mexicanos participaron en atletismo, natación, gimnasia y futbol de sala; en todas las áreas obtuvieron medallas.

Apoyo insuficiente. La exigencia de la Federación Mexicana de Deportistas Especiales (Femede), de entrenadores, padres de familia y atletas, es que se considere a las personas con síndrome de Down como deportistas de alto rendimiento, puesto que “entrenan dos o tres veces al día, tienen un régimen de alimentación específico y siempre compiten con la idea de ganar una medalla para su país”, dijo en entrevista con EL UNIVERSAL Guadalupe Rojas Torres, entrenadora en jefe de la Femede.

También se pide más apoyo de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade), aunque Juan Navarrete, director técnico y normativo de la Femede asegura que sí lo hay, “siempre hace falta dinero, hay que buscar recursos externos con diferentes institutos, asociaciones o con los padres de familia que tienen que pagar de su bolsa”.

Muestra de ello es que los 900 mil pesos que aportó la Conade sólo cubrieron los gastos de traslado, comida y hospedaje de 16 de los 31 atletas.

Para que la dependencia reguladora del deporte apoyara a estos jóvenes, ellos tuvieron que romper marcas en su disciplina y encontrarse entre los primeros tres mejores del mundo, los demás competidores buscaron patrocinio, o bien, sus familias adquirieron deudas con instituciones financieras. También hubo quienes no pudieron adquirir los boletos de avión y se quedaron sin competencia.

Esto sucede porque aunque la Conade dé el aval de participación, no otorga el apoyo económico de inmediato. Por tal razón, los padres de familia pagaron a fines de junio la inscripción de sus hijos en estos juegos, el costo fue de 800 euros, aproximadamente 16 mil 632 pesos.

Medallistas ignorados
Medallistas ignorados

Ese no fue el único gasto que sufragaron los deportistas, apenas un par de días antes de salir hacia Italia la incertidumbre imperaba en la Femede, puesto que la Conade no había firmado el convenio que otorgaba el aval para que se realizara el viaje.

“Faltaban dos días para que nuestros hijos viajaran cuando nos dicen que siempre sí daría el aval [Alfredo] Castillo, pero nosotros teníamos que hacer el depósito de los boletos de avión.

“Yo estoy endeudada con 180 mil pesos, tuve que usar un crédito porque no dejaría que el sueño de mi hija se truncara por las inconsistencias de ese hombre”, relató Guadalupe Marenco, madre de Dunia Camacho, nadadora que regresó con 11 medallas de esta olimpiada.

Giovanni Flores es un joven de 24 años que todos los días entrena en la alberca Francisco Márquez. Su mamá, Marisela Hernández, pagó los 800 euros para la inscripción, pero por la premura con la que la Conade dio el aval no tuvo tiempo de conseguir un patrocinio o de juntar el dinero para comprar los boletos de avión.

“Todo pasó, me endeudé, además en ese tiempo el cambio euro-peso estaba por los cielos. Yo no tuve tiempo para conseguir lo del pasaje. No sé qué pasa con la Conade, no se vale porque los chavos se esfuerzan y mi hijo se quedó con las ganas de ir a sus primeras competencias internacionales y a mí no me regresarán ese dinero”.

La entrenadora en jefe de la delegación de la Federación de Deportistas Especiales, Guadalupe Rojas Torres, dice a EL UNIVERSAL que sí hay un presupuesto asignado a la Femede, sí hay recursos y sí han logrado que los jóvenes participen en certámenes mundiales, “pero no es suficiente, necesitamos apoyo, que reconozcan su esfuerzo y los consideren atletas de alto rendimiento, porque sí lo son”.

La falta de reconocimiento como deportistas de alto rendimiento genera un sentimiento de frustración primero en ellos, después en sus padres y entrenadores, “porque les exigen lo mismo que a un deportista de los que fueron a las Olimpiadas de Río de Janeiro 2016”, explica Marisela Hernández, también hay molestia porque autoridades deportivas creen que los jóvenes con síndrome de Down practican algún deporte sólo como una terapia y no con fines competitivos, por ello no se les ha considerado dentro de una categoría paralímpica.

“Viene Juan Navarrete y nos dice que Alfredo Castillo no considera a nuestros hijos como alto rendimiento porque ellos practican deporte para recrearse, eso no es justo, no son changuitos maromeros que nadan o corren por simple diversión”, dice con enojo Guadalupe Marenco.

Prueba superada. Pese a todos los obstáculos que se presentan día a día, estos jóvenes compiten siempre con la mentalidad de regresar a casa con medallas.

Como quedó demostrado con resultados de los Trisome Games, donde lograron imponer récords mundiales en natación y atletismo, además de colocarse entre los primeros lugares del medallero en todos los deportes en los que participaron.

En gimnasia destacó la pequeña de 11 años, Bárbara Wetzel Aguilar, quien consiguió el primer lugar, dejando a Rusia e Italia en segundo y tercero.

En atletismo lograron el segundo puesto, sólo detrás de Sudáfrica. Juan Daniel Rodríguez Mascorro sobresalió al obtener tres medallas de oro en los 400 metros planos y en salto. También Angélica Barrera, quien impuso récord en los mil 500 metros planos con una marca de 8 minutos, 15 segundos y 95 centésimas de segundo. La jalisciense Francisca Rosario Pelayo obtuvo dos preseas áureas y una de bronce.

En natación quedaron en tercer lugar después de Australia e Italia. La mexiquense Dunia Camacho Marenco se distinguió al obtener cinco medallas de oro y romper tres récords mundiales en los 50, 100 y mil 500 metros libres.

El equipo de futbol de sala, que además viajó con recursos propios, quedó como subcampeón en dicho deporte y se colgaron la medalla de plata.

Guadalupe Rojas, entrenadora de la Femede, enfatiza que el dicho de “ganaron a pesar de su condición” no existe para estos atletas, “ellos ganaron porque se lo merecen, porque compitieron con los mejores del mundo y ahí están los resultados”.

También exige a la sociedad y a las autoridades deportivas que sean más abiertas y dejen de creer que: “Discapacidad es sólo silla de ruedas”.

Rojas Torres afirma que los jóvenes atletas seguirán entrenando y se prepararán para las próximas competencias. El reto es que en 2020 puedan participar en los Juegos Paralímpicos como una categoría individual y su mayor reto personal es no perder la fe en el sistema, “me ha tocado vivir la falta de apoyo, que duden del programa Down, pero aquí sigo, el día que me desilusioné por completo del sistema, no sé qué haré. Ahora sigo en pie porque los chicos así lo exigen y lo merecen”, concluyó.

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