El consumo de alcohol y drogas provoca 30% de los accidentes de trabajo. Ese fenómeno ocasiona pérdidas de más de 250 mil millones de pesos, según estudios de organizaciones sindicales y de la Encuesta Nacional de Adicciones.

En el marco del Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas, Isaías González Cuevas, dirigente de la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC), precisa en entrevista que de acuerdo a un estudio de esa organización, los sectores restaurantero, transportista y la industria de la transformación son en los que se detecta el mayor número de trabajadores con problemas de adicción, debido a su constante contacto con sustancias como alcohol, solventes, químicos y tinturas.

Jorge Gutiérrez Siles, director del Programa Nacional de Bienestar Emocional en el Trabajo, de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), señala que los empleos con mayor consumo de alcohol son: campesino con 10.7%, obrero calificado 9.3%, obrero no calificado 9.3%, agricultor 8.3%, subempleado (vendedor no asalariado) 7.9%, director o propietario de empresa o negocio 7.7%, profesionistas 7%, propietario de pequeño negocio 6.4%; empleado de banco oficina o dependencias, entre otros, 6.2%, y maestros de primaria, secundaria y preparatoria 2.6%.

Los puestos de trabajo con mayor consumo de sustancias prohibidas son: obrero no calificado 2.2%, obrero calificado 1.9%, vendedor no asalariado 1.5%, profesionista 0.9%, director o propietario de empresa o negocio 0.8%, campesino 0.7%, maestro de primaria, secundaria y preparatoria 0.6%, propietario de pequeño negocio 0.4%, y agricultor 0.1%.

Destaca que ligado al consumo de estupefacientes o alcohol está el problema de la depresión. Según el estudio más reciente, 4 millones de personas en México padecen esta enfermedad y cada empleado con ese trastorno falta a su trabajo, en promedio, dos días al mes. Indica que “los lunes y los viernes son los días con más ausencias, lo cual está ligado al consumo de drogas”.

Arturo Ortiz Castro, investigador del Instituto Nacional de Psiquiatría y asesor de la CTM, señala que entre los sectores con más prevalencia está el de la industria de los alimentos y bebidas, así como la hostelería, por la exposición al alcohol.

Por zonas, mencionó que en el norte es más común la heroína; en Oaxaca y Chiapas, los medicamentos; en áreas de maquila, como en el Estado de México, las anfetaminas; en zonas turísticas, como Cancún, las drogas de diseño y la cocaína, y otras como Zihuatanejo e Ixtapa han sido la puerta de entrada de precursores y medicamentos provenientes de Asia.

“Es frecuente la práctica entre el personal médico, como camilleros, trabajadores de urgencias y de ambulancias, debido a los horarios muy rudos y condiciones emocionales fuertes. Afecta la pila emocional al soportar la angustia derivada de escenas como la atención a personas accidentadas. Se deprimen, se vuelven irritables y baja el rendimiento”, explicó Ortiz Castro.

El incremento de las adicciones en los centros de trabajo reduce de 5% a 9% la productividad, según información de la STPS. Insiste en que la adicción al tabaco, alcohol o alguna otra sustancia repercute en el ausentismo y deriva en que el trabajo no se realiza en condiciones de aptitud plena, lo que puede poner en riesgo la vida de la persona y la de sus compañeros por causar algún accidente.

Isaías González Cuevas señala que el consumo excesivo de bebidas alcohólicas y otras sustancias no sólo ocasiona muertes prematuras, discapacidad a causa de accidentes, estrés, violencia laboral y padecimientos como la cirrosis hepática, sino que afecta la productividad, calidad y competitividad empresarial, lo que deriva en pérdidas millonarias para las compañías.

La Comisión Nacional Contra las Adicciones (Conadic), expone: “En el ámbito laboral el consumo de sustancias que producen adicción muestra gran relevancia por la magnitud del impacto que tiene tanto en la población económicamente activa, como en sus familiares, en la comunidad, en los servicios de salud y, particularmente, en la planta productiva del país”.

En ese marco, señala: “Uno de los principales retos es involucrar a los tres órdenes de gobierno, en coordinación con los sectores productivos, para incidir de manera directa en los lugares de trabajo con acciones de prevención y atención de las adicciones”.

La Confederación de Trabajadores de México (CTM) concluye en un estudio que las adicciones en el medio laboral provocan que baje el rendimiento (disfunciones orgánicas o psicológicas), incrementa cuatro veces el ausentismo, ocasiona mal comportamiento en el trabajo, así como aumento de bajas por enfermedad, invalidez, rotación de personal, jubilaciones anticipadas y accidentes en el empleo.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) señala que 70% de las personas con problemas de alcohol y 60% de quienes tienen problemas de drogas acuden a su empleo y dejan de lado el mito de que quien se droga no trabaja. Detalla que 70% de los accidentes laborales son causados por personas que hicieron uso de alguna sustancia o alcohol.

Perla Vázquez Pérez, rectora del Centro de Estudios Superiores Monte Fénix, indicó que, según cifras del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), 28% de las muertes por riesgos laborales están relacionadas con la ingesta de drogas. Éste, dijo, es un problema grave en el que en México falta mucho por hacer.

Dijo que se debe atender la parte preventiva para aquellos que no tienen alguna adicción, con información y orientación, así como advertir de las repercusiones que tiene en el ámbito familiar y el entorno que los rodea.

Para quienes están involucrados con alguna droga debe aplicarse un tratamiento interdisciplinario, puesto que la adicción es un problema neurológico, en el cual se ve afectado el cerebro e impacta el desarrollo de la persona, puesto que daña la memoria, el aprendizaje y se pierden ciertas habilidades, por lo que debe haber una actuación médica.

Ortiz Castro señaló que se puede detectar a un trabajador que consume drogas en una entrevista clínica al conocer y observar sus actitudes ante la vida. También porque se vuelven flojos, no sólo en lo físico, sino en lo sicológico. “Los mueve la cultura del no esfuerzo y los daños son incuantificables, son internos y visibles”, comentó.

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