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Al frente, Rubén Núñez y su orden de aprehensión encabezaron la “Marcha por la defensa de la educación”.

A las 11:00 horas, cuando se tenía previsto el arranque de la movilización convocada por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) desde el antimonumento ubicado en Reforma y Bucareli hasta la Residencia Oficial de Los Pinos, el contingente era muy reducido. Algunos calculaban 2 mil, otros 3 mil personas.

Los líderes magisteriales convocaron a una conferencia de prensa en las escalinatas de la Lotería Nacional para ganar tiempo; hora y media después, de acuerdo con datos de las autoridades capitalinas, la marcha alcanzó 5 mil participantes.

Con consignas que se repiten en todas sus marchas, los maestros avanzaron por Paseo de la Reforma sin que se registrara ningún incidente.

A Ñúñez Ginez, líder de la Sección 22 de Oaxaca, lo acompañan Adelfo Alejandro Gómez, de Chiapas; Ramos Reyes, de Guerrero; Enrique Enríquez, de la Ciudad de México, y Víctor Manuel Zavala, de Michoacán. Los jefes de la disidencia en pleno.

Las cabezas de la CNTE lanzan consignas: “¡No nos detendremos!” “¡Hoy inicia una nueva etapa del magisterio!” “¡Estamos dispuestos a debatir una verdadera reforma educativa!” Por momentos la marcha se convierte en un tianguis: tacos de longaniza, refrescos preparados, gorras y playeras son lo más vendido.

La CNTE no trae nuevas consignas: “¡La reforma educativa no pasará!” Ignoran que ya se aplica.

Cada contingente trae sus peticiones: los maestros piden que a quienes tienen más de tres faltas no los corran; los padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa exigen la entrega con vida de sus seres queridos.

Mientras se escucha un “de Chiapas a Sonora, con la Coordinadora” y un “no que no, ya volvimos a salir”, Rubén Núñez avanza sin preocupación aparente por la orden de aprehensión que la Procuraduría General de la República puede ejecutar.

La movilización es vigilada por la policía capitalina durante todo el trayecto. Los automovilistas expresan su descontento por el cierre de calles.

“¡Váyanse a sus estados! ¡Vayan a dar clases!”, se escucha el reclamo de los conductores que no alcanzaron a cruzar la avenida Insurgentes.

La vanguardia llega a Calzada Chivativo, donde hay vallas y centenares de policías para poner el límite a la movilización. Conforman una comisión de 15 personas, entre ellas los líderes magisteriales para ingresar a Los Pinos. Pasa una hora y la comisión no sale; los docentes se desesperan y muchos se retiran. Por fin salen los dirigentes con su mensaje a modo: habrá diálogo, no más desalojos, aseguran. Los maestros se van contentos, sienten que han ganado una batalla.

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