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Monjas dominicas de la Congregación de María Madre de la Eucaristía provenientes de Texas y misioneras de la Congregación de María Dolores, originarias de Chihuahua, cruzaron sus caminos en la frontera de México y Estados Unidos por la visita del Papa a Ciudad Juárez.

La madre María José Acosta viajó de Austin, Texas, a México solamente para estar presente en la misa con el Pontífice, mientras que la madre Martha Beatriz salió de su convento solamente para conocer el lugar exacto de la celebración litúrgica.

Ellas coinciden en su fervor por el religioso argentino, pero la madre Teresa no podrá asistir por motivos de salud. Reconoce que uno de sus mayores deseos era escuchar a Jorge Mario Bergoglio en persona, pero sus padecimientos hicieron imposible una espera de más de ocho horas al aire libre para estar en la misa masiva que ofrecerá el jerarca católico.

“Mis bendiciones para los valientes que van a aguantar, pero son demasiadas horas para nuestra salud”. La madre Martha creció en Juárez y lleva más de 45 años ejerciendo el ministerio en esa ciudad fronteriza; sin embargo, no se desanima a pesar de que no verá al primer Papa latino.

Acompañada por dos de sus hermanas, optó por sacarse una selfie en la avenida Tecnológico, una vialidad paralela al río Bravo y en la que se detienen muchos migrantes.

Considera que el mensaje del jefe del Estado Vaticano en Ciudad Juárez, Chihuahua, buscará dar luz y esperanza a las víctimas de la violencia en una zona que en 2010 tuvo un récord de 36 asesinatos en 24 horas. Dice que las palabras del religioso argentino más que señalar o culpar a alguien de la violencia, intentan llamar a la misericordia.

“Sí va a hablar de la violencia que es un tema muy delicado y muy triste para los que la han sufrido, pero no va a ser un mensaje de hacer sentir mal al otro ni de reclamo. El estilo del Papa es transmitir fe, confianza, de que el futuro tiene que ser diferente”, dice.

La madre María José es educadora católica y le emociona regresar al país de sus padres para ver al papa Francisco, con quien se identifica más que con el antiguo papa Benedicto XVI. Sus padres migraron hacia El Paso, Texas, hace 50 años y ahora vuelven a pisar la tierra que los vio nacer.

El sacerdote Ignacio Torres confía en que la presencia del religioso argentino se convierta en una gran oportunidad para “salir de esta situación tan triste y lamentable de violencia, que dividió a muchas familias, que sufren en Juárez por el narcotráfico, contrabando y las pandillas, esperamos que las palabras de Francisco logren levantar nuestra fe y la de todos los afectados”.

Él nació en Estados Unidos de padres mexicanos, migró “al revés” durante su infancia y juventud. El bachillerato y la universidad los hizo en Ciudad Juárez, Chihuahua, por lo que viene en calidad de guía para las monjas, pero también en calidad de católico devoto para escuchar al jerarca católico.

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