La fuerza espiritual que transmite a lo largo de su recorrido el papa Francisco rumbo a su encuentro con la morenita del Tepeyac, no sólo invadió el corazón de centenares de fieles sobre Calzada de Guadalupe y el llamado Puente Papal, sino que iluminó su rostro, despertó su fe.

Al unísono, los cantos, vítores y expresiones de amor de quienes hasta por más de 12 horas esperaron su llegada, se arreciaron conforme el Pontífice se acercó al templo para estar cerca con la Virgen de Guadalupe.

La casulla blanca con la imagen de la Virgen de Guadalupe al centro, pero sobre todo la eterna sonrisa que lo caracteriza desde que fue nombrado Jefe de Estado Vaticano, también dibujó en el rostro de los presentes y en más de uno arrancó lágrimas de incredulidad y felicidad, según Rosario Estrada, de 59 años.

Pero el momento esperado fue sin duda la bendición papal que aunque colectiva, cada quien hizo propia.

“Recibo la bendición para mí y para toda mi familia”, dijo de entre la multitud Rosaura Sánchez, originaria de Veracruz y quien arribó al atrio Mariano más importante de América Latina desde las 7:00 horas para estar lo más cerca del Pontífice.

Otras de las asistentes, en su mayoría de edad avanzada, reconocieron que sin duda lo más importante de una visita papal es la bendición que deja a los mexicanos y en general a todo el país el Pontífice.

Estar frente a frente al Papa Francisco, aunque sea por breves instantes, hace que se “el corazón te dé vueltas”, opinó María Teresa, de 77 años, originaria de Veracruz y quien acude con sus hijos y nietos.

Recordó que cuando el Papa vino en 1979 por vez primera a México ni en ninguna de sus otras visitas pudo ver a Juan Pablo II, porque en ese entonces trabajaba para una señora que no profesaba la religión católica y le impedía ausentarse de sus labores domésticas.

“Ahora, ya grande y antes de que Dios me llame a cuentas, podré ver a un Papa”, festejó, mientras la fiesta religiosa se desbordó por las ventanas, balcones y azoteas de quienes habitan la zona aledaña de la Basílica.

El grito de Francisco, amigo peregrino! ¡Francisco hermano, ya eres mexicano! se multiplicó a su paso hacia el atrio guadalupano, donde varias personas aprovecharon para levantar a los niños, cadenitas, crucifijos e imágenes, a fin de que les llegara la bendición papal.

La visita del jerarca de la Iglesia Católica también hermanó por momentos a los asistentes toda vez que vecinos del lugar, cuya vivienda se ubica en Fortuna y Calzada de Guadalupe, permitieron el paso a su balcón, a mujeres con niños e incluso a familias que llevaban a personas con alguna discapacidad.

erp

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