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Una de las grandes preocupaciones del papa Francisco es la violencia en México, también la migración y en particular le llama la atención que “nos proclamamos católicos y creyentes, pero muchas veces contradecimos eso cuando nos comportamos violentamente”, señala el cardenal Norberto Rivera Carrera.

Los anteriores son parte de los temas que el Pontífice abordará en la visita que hará del 12 al 17 de febrero próximo, destaca el cardenal en entrevista con EL UNIVERSAL.

En el marco de esas inquietudes, afirma que Jorge Bergoglio no viene a México a combatir contra las religiones, ante la deserción de católicos, ni por los errores de los sacerdotes y obispos, ni para hacer programas socio- económicos o sociopolíticos, pero sí a dejar una inspiración cristiana.

Llega al país para  “que crezcamos en nuestra fe”, asegura Rivera Carrera, quien también es titular de la Arquidiócesis de México.

¿Cuáles son las preocupaciones que tiene el Papa sobre México?

—Una de las grandes, y por eso habrá lugares significativos que va a visitar, es la violencia. Un símbolo de ello va a ser Michoacán. También podemos hablar de Guerrero, Oaxaca, Nuevo León, entre otros, pues hay muchos territorios significativos de la delincuencia organizada. La violencia no es algo que brote como un hongo de un día para otro, sino que se ha generado en las familias y en las calles.

No nos extrañe que esa violencia se haga grande. Está en el corazón del hombre. Nos proclamamos católicos y creyentes, pero muchas veces contradecimos eso cuando agredimos. Es un fenómeno que al Papa le llama la atención.

¿Cree que dejará una agenda en México para resolver problemas de violencia, derechos humanos o el de la migración?

—El Papa no viene a hacer programas socioeconómicos ni sociopolíticos, no es su tarea. Sin embargo, desde la Iglesia brotan muchos elementos que pueden ayudar a México para vivir en paz, para progresar en ésta situación de pobreza y para saber respetar más al prójimo. Es una inspiración cristiana la que va a dejar.

Él no es el encargado de hacer programas para México, ni viene a combatir determinados errores. Llega a darnos esperanza de cómo podemos mejorar.

¿Qué México va a encontrar a su llegada el Pontífice?

—Conoce muchas de las realidades de la República, no solamente por los informes que le dan los obispos, sino también muchos hemos tenido conversaciones largas con él, sabe sobre muchas situaciones de México, pero algo de lo que encontrará aquí es el fenómeno de la migración.

Quiere encontrar al mundo de los inmigrantes, de los que se van, por lo que Ciudad Juárez va a ser un símbolo; sin embargo, también de los que pasan por México, que vienen de Sudamérica.

Se considera que aquello que pedimos para los migrantes en Estados Unidos también tenemos que saberlo dar a las personas que llegan al país.

¿Qué falta ante este fenómeno?

—Nos falta una conciencia en general de tener un corazón más abierto y más generoso para con todos nuestros hermanos que están en esa situación de migrantes. Sobre todo, a veces, de niños que vienen solos, de los que son explotados en el camino, muchos por el crimen organizado, dicen. Otros, indican, por la misma autoridad que ha solapado aquello.

Tenemos que crecer en una conciencia de que no es un problema de las autoridades o de las instituciones, es problema de hacer conciencia de que somos migrantes en Estados Unidos. Aquí hay muchos indocumentados que merecen el mismo amor y respeto, que tienen la misma dignidad que los otros.

¿El Papa viene para dar un mensaje y para contrarrestar la migración de católicos hacia otras iglesias?

—No viene a combatir, no viene a pelear contra ninguna religión. Llega para animarnos, a que crezcamos en nuestra fe, no viene a hacer proselitismo, viene a confirmarnos en la fe.

El fenómeno que tenemos en la República es realmente preocupante, más que la deserción de algunos fieles a otras iglesias, es el crecimiento del ateísmo, pero más que el ateísmo teórico, el de la indiferencia.

No solamente en lo religioso, por desgracia. Muchos no creen en la educación en México, en la autoridad civil, ni en su propia madre o padre. Quieren huir de su casa. Esa indiferencia lastima a la sociedad mexicana, hiere lo más íntimo de la sociedad, cuando lo que puede darle cohesión a la ciudadanía es la familia, porque si no creemos en nadie, menos vamos a creer en Dios.

El Papa dará una palabra muy iluminadora y clara sobre la familia, acerca de cómo ésta debe crecer en confianza, en fraternidad.

¿Qué Iglesia encontrará el Pontífice a su llegada a nuestro país?

—Va a hallar gente muy alegre, porque realmente veo que las personas están contentas de que venga y visitará lugares donde hay sufrimiento, pobreza y retraso institucional; por ejemplo, en el mundo indígena.

El Papa quiere ver no solamente la alegría, la fe, la explosión de gusto que tienen los mexicanos por su visita, sino también quiere llegar a los lugares donde hay dolor, sufrimiento y abandono.

¿Qué mensaje les podría dar a los obispos en la Catedral de la Ciudad de México?

—El Papa conoce, porque todos hemos dado nuestro informe de lo que estamos haciendo y de lo que no hemos realizado. El Pontífice hablará de esta situación y nos alentará para que hagamos mejor nuestro trabajo, durante este encuentro que hay en la catedral con los obispos.

Él no viene a regañarnos ni a supervisarnos. Llega a alentar el trabajo que estamos realizando y que hagamos aquellas cosas que de alguna manera hemos descuidado.

¿Cuáles son los detalles que se han descuidado? ¿Qué está mal en la Iglesia en México?

—Puedo hablar de lo que conozco en la Arquidiócesis Primada de México, desde hace más de 20 años se celebró el Segundo Sínodo Diocesano y ahí se tenía como programa el que la Iglesia se acercara a los más alejados, pobres, jóvenes y a las familias, etcétera; sin embargo, muchas veces en las parroquias no encuentran el cómo.

Sabemos que los divorciados vueltos a casar son miembros de la Iglesia, nunca han salido de ella, pero muchas veces no los atendemos y en ocasiones se sienten discriminados al no ser atendidos. Por ejemplo, los homosexuales. En la Arquidiócesis de México tenemos varios grupos de jóvenes, tanto mujeres como hombres, con preferencias sexuales distintas, por supuesto que nos acercamos a algunos de ellos, aunque nos faltan muchos otros para que ellos realmente se sientan miembros vivos de su Iglesia.

¿Qué hace la Iglesia para acercarse más a la gente?

—En general, los sacerdotes son muy cercanos a las personas. Yo voy recorriendo lugares en visita pastoral y no sólo la gente está cercana, sino que le tienen confianza al sacerdote. El programa de entrega de armas ha prosperado porque se hace en los atrios de las iglesias. Eso quiere decir que la gente tiene confianza en su Iglesia, lo mismo que en los proyectos, por ejemplo, para recoger ayudas para los más pobres.

¿Cómo aplicar o desarrollar la misericordia, que es el tema de la visita del Pontífice, ante el contexto que vive México?

—La misericordia tiene que estar en todas partes porque muchas veces decimos que se aplique la justicia y la ley. Las normas y la justicia son absolutamente necesarias en la convivencia humana, pero sobre eso está la misericordia, que está sobre ambas.

Todos somos conocedores de lo que ocurre en muchas familias y en éstas todos los miembros son débiles, son pecadores, cometen faltas. Siempre hay razones suficientes para romper con los papás, entre los esposos y los hermanos. Si no hay misericordia la familia se deshace; sin embargo, lo mismo sucede en la sociedad.

¿Qué tareas le corresponden hacer a la Arquidiócesis de México durante la visita del papa Francisco a la Ciudad de México?

—Nos corresponden dos tareas fundamentales: primero, cumplir el objetivo que trae Su Santidad, estar con Santa María de Guadalupe.

Prepararle en la Basílica de Guadalupe todo lo necesario para que él esté realmente a gusto platicando con la Señora del Cielo. Y segundo, prepararle para que realmente se encuentre con el pueblo mexicano.

Es un trabajo de grandes recorridos, es una labor de preparar también el Zócalo y la Plaza de las Américas en la Basílica, para que él tenga oportunidad de acercarse con los ciudadanos. Como visitar a los niños enfermos, por ejemplo, ese encuentro que quiere tener con los obispos en la catedral; son los eventos principales que tenemos preparados.

¿Cuántas personas se prevé que asistirán a la Basílica?

—En este caso es imprevisible por un elemento: en las visitas anteriores, por lo general, los que tenían inquietud de asistir, de encontrarse con el Papa, eran cercanos a la Iglesia, ahora veo a muchos que así me lo manifiestan por escrito y por llamadas telefónicas, que no están cercanas a la Iglesia católica, pero quieren estar cerca del Papa. Es un fenómeno muy alentador que gente que ordinariamente no tiene tratos con la Iglesia ahora muestre deseos de  estar con el Pontífice.

¿Habrá invitados especiales a los lugares donde estará el Papa, como ministros de otras iglesias?

—En el Palacio Nacional, el presidente Enrique Peña Nieto tendrá sus invitados, tal vez estarán incluidos los representantes de los poderes, por su puesto su familia y gobernadores. No sé, porque son asuntos que se están manejando en la Presidencia de la República, pero ahí va a ser un encuentro con gente de gobierno, que el Presidente quiere tener ahí y presentarles a Jorge Bergoglio.

Pero con nosotros hay prácticamente de todas las confesiones, quieren tener por lo menos un saludo con el Papa, acercarse a él. Y prepararemos algún lugar donde puedan estar un momento con el Pontífice. Por ejemplo, musulmanes, judíos, ortodoxos, de distintas confesiones que quieren y reconocen que el papa Francisco es un líder religioso y quieren estar cerca de él.

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