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Barra de Navidad, Jal.— Azucena tiende sus libros y cuadernos de cuarto año sobre un colchón para secarlos al sol. La noche del viernes su mamá, Griselda, se la pasó imaginando qué quedaría de su pequeña casa tras el paso del huracán Patricia por la costa de Jalisco, pero la mañana del sábado, al volver a la realidad —como casi siempre— ésta superó a la imaginación: nada estaba en pie.

Azucena, Griselda y su familia viven en Chamela, una pequeña comunidad pesquera de la delegación de San Mateo, en el municipio de La Huerta, a 160 kilómetros al sur de Puerto Vallarta.

A ellas y a las otras familias que habitan en Chamela, casi 50 en total, se les avisó desde las 10:00 de la mañana del viernes que tenían que evacuar e ir al albergue instalado en la primaria cercana, pero las condiciones de la escuela eran tan malas que el delegado de San Mateo decidió solicitar el apoyo de su comunidad para recibirlos en sus casas mientras pasaba el meteoro.

Jova siquiera nos dejó un techo, éste no dejó nada”, dice Griselda mientras sigue buscando cosas entre el lodo. “Mira, la cuenta de la tienda, esa no se la llevó”, le dice a otra mujer al tiempo que levanta un pequeño cartón con letras y números rojos.

En Chamela son las mujeres las que conservan el temple, las que sonríen a pesar de haberlo perdido todo otra vez, como en 2011, cuando Jova azotó esta misma región del estado. “Qué le queda a uno, nomás limpiar, seguir adelante, levantar de nuevo, ya ni llorar es bueno”, dice Andrea Domitila mientras limpia parte de su casa, a unos pasos de la que habitan Griselda y Azucena.

Los hombres, con los rostros más serios, despejan los caminos de la comunidad, trabajan juntos bajo un cielo en el que el sol golpea a plomo y no conserva rastro del meteoro, que prácticamente acabó con el poblado.

“Normalmente todos estamos peleados, pero ante cosas así nos unimos; estamos tapando las casas que más o menos quedaron levantadas para dormir ahí”, explica Griselda.

Si bien en Puerto Vallarta —donde se esperaba que golpeara con más fuerza Patricia— los efectos del huracán apenas se sintieron, los municipios de la costa sur padecieron intensamente los embates del huracán; sin embargo, y a pesar de las pérdidas materiales aún no cuantificadas, las autoridades celebran que no hubo pérdida de vidas.

Desde la madrugada de este sábado varias cuadrillas trabajaron para abrir y hacer posible la circulación de Puerto Vallarta a Cihuatlán; sin embargo, la cantidad de árboles caídos y derrumbes en la carretera federal 200 hacen que los 240 kilómetros de ese recorrido se realice en un promedio de seis horas.

A la entrada de Chamela, ya en el municipio de Cihuatlán —municipio jalisciense donde tocó tierra el huracán—, una parota de unos 20 metros de altura no soportó los embates de Patricia y cayó sobre una casa y un taller; el propietario del negocio, Andrés Morales, está preocupado porque no sabe quién responderá por los daños, “hace rato estuvo aquí el gobernador pero no sabemos qué va a pasar”, se lamenta.

En Barra de Navidad, otro de los poblados afectados, la energía eléctrica no se había restablecido hasta la noche del sábado, pero a pesar de que hay dos hoteles en riesgo de colapso, el investigador de la Universidad de Guadalajara, Francisco de Asis Silva, considera que todo el trabajo preventivo que se hizo tras el paso de Jova, en 2011, salvó a esta comunidad, pues de otra forma Patricia la habría devastado.

“Los geotubos y el arrecife artificial colocados a lo largo de la playa permitieron aminorar la fuerza de las olas, de lo contrario, según los modelos de las corrientes, el mar se hubiera llevado toda la barra hasta la laguna”, dice.

Ahí mismo, Agustín, un lanchero que vive del turismo, peleó contra Patricia durante siete horas sobre una de sus lanchas y puede considerarse que venció, pues de las tres que tiene sólo una se hundió.

Sin embargo, la fuerza de este huracán quizá alcanza a dimensionarse cuando se observa al buque Los Llanitos, de 215 metros de eslora y 32 de manga, encallado en Punta Graaham, entre un peñón y el acantilado.

El viernes por la mañana salió de Manzanillo para fondearse lejos del puerto, pero el meteoro lo sorprendió y lo arrastró hasta arrinconarlo contra las rocas. En un recorrido realizado por EL UNIVERSAL, se observó el buque atrapado entre un peñasco y el acantilado, mientras que en el entorno comienzan a hacerse visibles manchones de algo similar al combustible.

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