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Puerto Vallarta.— Las calles de Puerto Vallarta lucieron vacías, ventanas y puertas tapiadas, muchos habían comprado provisiones la noche anterior y se disponían a no salir de casa; el huracán Patricia se dirigía a este centro turístico y las advertencias de las autoridades hacían ver un panorama complicado: “Quien salga de su casa después de las 14:00 horas difícilmente regresará”, había dicho por la mañana el gobernador del estado, Aristóteles Sandoval.

Los huracanes obedecen sólo a sus designios y pasadas las 18:15 horas el meteoro cambió su rumbo de nuevo y finalmente entró por los municipios de Cihuatlán y Tomatlán; de acuerdo con el informe preliminar de las autoridades, no hay víctimas mortales, pero sí “daños severos”.

Patricia entró con vientos de hasta 305 kilómetros por hora a la localidad de Barra de Navidad y se estacionó ahí unos momentos; en Cihuatlán derribó la unidad de Protección Civil, pero la de Melaque logró resistir y ahí se instaló un módulo itinerante de salud y una cocina ambulante para atender a la población afectada.

Hasta las 21:00 horas los vientos a lo largo de la costa sur del estado seguían llegando hasta los 180 kilómetros por hora y la lluvia era torrencial; en cinco municipios de la región más de mil 200 personas permanecían albergadas y en todo el estado acudieron a un refugio más de 8 mil 400 personas; sobre la carretera federal 200, que conecta Manzanillo con Puerto Vallarta, se reportaron varios daños y se cerró a la circulación en varios tramos.

Por la noche, a unos 400 kilómetros de la zona de impacto, el gobernador Aristóteles Sandoval señaló que las ráfagas de viento seguían “devastando” la costa sur, donde prácticamente no había luz, pero se mantenía la comunicación telefónica.

Horas antes, habitantes de Puerto Vallarta dudaban de que el huracán “más peligroso de la historia” golpeara en esta bahía, pero en otros el recuerdo de Kenna movía a tomar precauciones; a las 13:00 horas los 16 albergues habilitados en la ciudad fueron insuficientes y se tuvieron que abrir nuevos espacios para recibir a las personas.

A unas cuantas cuadras del malecón, ya sobre el cerro que permite una vista panorámica del centro de la ciudad, un hombre mira hacia el mar desde el zaguán de su casa y tras la tenue lluvia que caía afirma: “Cuando el Kenna, el agua subió mucho, pero dicen que éste trae mucha más agua y vientos de hasta 400 kilómetros por hora”. Había escuchado los reportes que se estuvieron emitiendo por la radio.

El temor de lo que podría ocurrir en Vallarta si Patricia llegaba con toda su fuerza provocó que más de 10 mil turistas fueran desalojados, que aumentaran 500 corridas en la central de autobuses, que el gobierno estatal dispusiera de 30 camiones para llevar gente a Guadalajara y que una aerolínea comercial ofreciera un par de vuelos gratis a la capital de Jalisco y la ciudad de México; las actividades escolares y comerciales fueron suspendidas en toda la zona costera.

La fuerza del meteoro provocó que la gente en la capital de Jalisco tampoco pudiera estar tranquila durante el fin de semana, pues debido a la cantidad de agua que trasladaría a la Zona Metropolitana de Guadalajara se suspendieron las clases y las oficinas de gobierno permitieron que sus trabajadores salieran a las 14:00 horas; incluso se interrumpieron actividades como el partido de futbol entre Atlas y Chivas, programado para este sábado. El caos vial no se hizo esperar en una ciudad que de por sí se colapsa con las lluvias de un temporal común.

Antes de las 22:00 horas, el gobernador pedía tiempo para comenzar a tener mayores datos sobre la devastación provocada por el huracán, pues el fenómeno seguía activo; “pero hasta ahora no hay reportes de víctimas mortales y eso es bueno”, dijo.

“Yo creo que fuimos muy valientes y hasta temerarios al permanecer aquí esperando el huracán, como dicen que venía”, comenta una mujer tras el mostrador de un hotel que nunca cerró sus puertas.

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