La Arquidiócesis de México cuestionó las “cifras triunfalistas” que dieron los responsables de la seguridad de federal sobre una reducción de la delincuencia, cuando la realidad es distinta, pues los diferentes delitos no han variado desde 2013 y más de veinte millones de mexicanos han sido víctimas de los mismos: asaltos, homicidios, robos de vehículos

En la editorial del semanario católico Desde la Fe, evidencia que las cifras optimistas del Secretariado y las de la Encuesta de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública 2015 (ENVIPE), contrastan tremendamente.

“Alguien no tiene la información correcta o se falsean datos para tapar la realidad que no se reconoce: México está sometido por el crimen”, asegura la editorial del semanario de la Arquidiócesis de México.

Recordó que en febrero pasado, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública afirmó que entre 2012 y 2014, la incidencia delictiva total bajó en un 7% lo que, según las autoridades, no se veía desde 1997.

“Esto se reflejaba en la reducción de los homicidios en 14.6%, del robo en 13.6% y del robo de vehículos en 13% respecto al 2013, y 21% sobre el 2012.

Incluso, agregaron, las autoridades señalaron que los homicidios dolosos vinculados a la delincuencia organizada tuvieron reducción del 32% en el 2014 con respecto a 2013, y del 54% en relación con el 2012, por la aparente desarticulación de bandas del crimen organizado de alta peligrosidad.

En la editorial del semanario católico Desde la Fe, advierte que estas cifras contrastan con las de la Encuesta de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública 2015 (ENVIPE) de septiembre pasado.

“Sus resultados revelan una situación distinta sobre la realidad del delito y cómo los ciudadanos percibimos un México inseguro sometido por el crimen, el desempleo y el aumento de los precios en los bienes necesarios para la vida y el desarrollo”, expone.

Según, recordó, esta encuesta en las incidencias delictivas no han variado desde 2013 y más de veinte millones de mexicanos fueron víctimas de delitos que se suponían a la baja.

Las “cifras negras” de 2014, según el reporte, dicen que más de noventa millones de personas pudieron haber sufrido la comisión de delitos, pero no se inició averiguación previa alguna que pudiera contabilizar el número de incidencias. Y los costos del crimen a nivel nacional ya representan poco más del 1% del Producto Interno Bruto, destacó.

“Ese triunfalismo en cifras indicó la posición privilegiada de México sobre otros países latinoamericanos al decir que Brasil, Venezuela o Colombia tienen indicadores más altos a los nuestros en cuanto a la comisión de delitos”, dijeron.

Sin embargo, asegura la editorial titulada “Sometidos por el Crimen”, estos números contrastan con las cifras de la Encuesta de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública 2015 (ENVIPE) de septiembre pasado.

Sus resultados revelan una situación distinta sobre la realidad del delito y cómo los ciudadanos percibimos un México inseguro sometido por el crimen, el desempleo y el aumento de los precios en los bienes necesarios para la vida y el desarrollo.

Según la Encuesta, las incidencias delictivas no han variado desde 2013 y más de veinte millones de mexicanos fueron víctimas de delitos que se suponían a la baja.

Preocupación especial supone la situación que vive el centro del país particularmente la capital de la República. El Distrito Federal registró tendencias a la alza en delitos relativos al robo o asalto en vía y transporte público, la extorsión y el fraude. El 78% dice que el Distrito Federal es una de las entidades más inseguras del país”, expuso.

Para la Arquidiócesis, no pueden ignorarse la tremenda realidad que el ciudadano de a pie vive ordinariamente cuando la violencia y el delito impiden mejores condiciones de vida.

“México no puede remontar hacia la paz y tranquilidad que deberían ser garantizadas debido, en gran parte, a la corrupción e impunidad, a la desconfianza hacia el Poder Judicial y el miedo a los cuerpos policiales”, señaló.

Los focos rojos –dijo- se encienden en Estados que, según el discurso político, eran de los más seguros y, se afirmó, sin la prevalencia de bandas del crimen organizado y descomposición social.

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