No hay un día en que no escuchemos noticias sobre los niños, en cualquier sitio alrededor del mundo, asesinados, abusados, violados, traficados, acosados en internet o en la escuela. Ningún país o comunidad es inmune a la violencia que se comete cada día en contra de la niñez.

La voz e indignación de prácticamente el mundo entero se han alzado al ver morir a niños que intentaban escapar de la guerra en Siria, al escuchar una y otra vez historias de violaciones en pandillas, secuestros en masa o masacres en escuelas.

Ninguna forma de violencia contra la infancia es justificable o aceptable, pero todas son prevenibles.

La violencia contra niñas y niños se manifiesta de diversas formas: negligencia, abuso físico o emocional, abuso sexual, violación, trata, tortura, trato o castigo inhumano y degradante, matrimonio infantil o asesinatos de “honor”, sin olvidar la variedad de formas de muerte violenta que se dan en situaciones de conflicto bélico. Las consecuencias para aquellos niños que sobreviven esta serie de circunstancias pueden ser duraderas y serias.

Las cifras son alarmantes y requieren de intervención urgente: Más de mil millones de niños —la mitad de la población infantil a nivel global— son víctimas de la violencia anualmente. Cada día en todos los países, ricos o pobres, millones de niños, niñas y adolescentes son víctimas de la violencia en sus hogares, escuelas y comunidades.

Cada cinco minutos muere un niño o una niña como resultado de la violencia, y actualmente se estima que 120 millones de niñas y 73 millones de niños han sido víctimas de la violencia de carácter sexual a nivel mundial.

La violencia contra la infancia no es un problema nuevo, pero va en aumento, principalmente debido a nuevas, brutales y prolongadas guerras —en las que los niños, niñas y adolescentes sufren las peores consecuencias— y al surgimiento de nuevas amenazas como la violencia en línea y la explotación sexual, también por dichos canales.

A nivel global, hay gobiernos que reconocen la gravedad y la severidad de la violencia contra la infancia, y han tomado audaces medidas que han conducido a resultados concretos.

México ha dado un loable ejemplo de liderazgo: En 2014, el Estado Mexicano aprobó la Ley General de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes, que establece un amplio sistema de protección global para garantizar los derechos de cerca de 40 millones de niños en el país, incluidos aquellos en situación de migración.

Sin embargo, se necesita un esfuerzo colectivo a nivel internacional para lograr un cambio de carácter global a futuro. En 2015, líderes mundiales se comprometieron a poner fin a todas las formas de violencia contra la infancia para 2030, como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

El Objetivo 16.2 “…poner fin al abuso, explotación, trata y toda forma de violencia y tortura contra la infancia” es precisamente la razón por la que creamos la Alianza Global para Poner Fin a la Violencia Contra la Niñez. Queremos asegurarnos de que se cumpla este compromiso con la infancia.

El mundo tiene la oportunidad histórica de poner fin a la violencia contra las niñas, niños y adolescentes, ya que contamos con la evidencia y las estrategias necesarias para poner fin a esta epidemia. Se llama “INSPIRE”, una lista de siete estrategias basadas en una investigación objetiva del problema y de cómo erradicarlo.

México ha jugado un papel activo en la Alianza Global desde su creación y se ha convertido en uno de los países que están marcando sendero, comprometiéndose a acelerar el logro de los objetivos de erradicación a través de un refuerzo de los sistemas de prevención y respuesta ante la violencia contra la infancia, y esforzándose por cambiar normas y prácticas sociales fuertemente arraigadas en el sistema patriarcal del país que, con frecuencia, discriminan a niños, niñas y adolescentes.

Este miércoles 2 de agosto el gobierno mexicano lanzará su Plan Nacional de Acción, basado en las estrategias de “INSPIRE”, aplicadas al contexto mexicano. Encabezados por el gobierno, UNICEF y aliados de la sociedad civil del país han alineado sus esfuerzos alrededor del plan a nivel nacional. Estamos orgullosos de poder ofrecer la plataforma que facilitará este proceso.

El plan, junto con las experiencias que se deriven de su implementación, será invaluable para la infancia en el país y en el resto del mundo. Como miembro de la Alianza Global, México trae consigo un cúmulo de conocimiento y excelencia profesional a compartir con otros gobiernos en todo el mundo.

La Reunión Cumbre para Poner Fin a la Violencia, que UNICEF está organizando para 2018 en Estocolmo, en colaboración con el gobierno de Suecia, le ofrecerá a México una excelente oportunidad para mostrarle al mundo sus éxitos, compartir sus experiencias y lecciones aprendidas, así como para renovar su compromiso internacional y su liderazgo en esta misión de poner fin a la violencia que afecta a esos mil millones de niños.

*Directora de la Alianza Global para poner fin a la Violencia contra niñas, niños y adolescentes.

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