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Desde que amanece comienzan a realizar su plan del día. Se mueven en células y, de ser necesario, de inmediato pedirán apoyo vía radio.

Los encabeza José Tlachi Meneses, subsecretario de Seguridad Pública de Puebla, quien se encuentra en el puesto de mando de El Palmarito, donde el miércoles pasado se registró un enfrentamiento entre civiles armados y el Ejército mexicano.

La misión es cuidar los ductos de Petróleos Mexicanos (Pemex), detectar tomas clandestinas de los huachicoleros, y si ubican a alguien en flagrancia procederán a la detención de quien se encuentre sustrayendo los hidrocarburos.

Las camionetas avanzan, se dirigen a la cabecera municipal de Quecholac, zona operada por El Toñín, identificado como el artífice del ataque directo a los militares.

Otra célula, pero de militares, se encuentra en las calles de Quecholac para resguardar el orden ante los hechos ocurridos a mediados de la semana, en el cual, presunta gente de El Toñín disparó a los elementos castrenses dando muerte a cuatro de ellos.

No es mentira, el líder de la organización criminal quiere escalar a la política, quiere ser alcalde y para ello trata de ganarse a la población. Las autoridades aseguran que el líder de la banda ya no está en esa zona, huyó.

A su paso entre las calles del municipio que se encuentra en el Triángulo Rojo, los policías saben que son vigilados por los halcones.

Se dirigen hacia un campo paralelo a la autopista porque por ahí corren los ductos de Pemex.

La célula de policías estatales va alerta. Miran a un lado, miran al otro. Todo se ve tranquilo. Minutos después detectan una toma clandestina. Es reciente, señala el subsecretario.

La tierra es negra. Huele a gasolina. Los policías explican que se ve negro porque les salió mal a los huachicoleros y se les incendió la camioneta. Se observan restos de llanta quemada y piezas del vehículo.

Los chupaductos ahora son expertos. Antes tardaban horas para colocar la toma en el ducto, actualmente lo hacen en menos de 40 minutos. Mejor aún, en siete minutos tienen cargada una pipa, por eso durante los operativos deben actuar a la brevedad.

Los huachicoleros taladran el ducto, despacio para no provocar un incendio, lo que ya ha sucedido.

Por eso llevan agua para que no se caliente y explote el tubo al momento de perforarlo. Luego lo sellan y colocan la válvula, de esta manera tienen hidrocarburo a presión.

La toma clandestina será reportada a las autoridades correspondientes.

La célula de militares avanza en busca de más evidencias.

Tras unos 10 minutos observan el ducto. Ahí, donde dice no excavar, es donde siempre encuentran. Dos niños están a unos pasos del poste con esa leyenda, dicen que están cuidando a las ovejas. El ducto se ve bien, no hay perforación. Alrededor hay coliflor. La cosecha la han olvidado, no importa. La cultura del huachicol invade a la población. Así continuarán los operativos en todo el Triángulo Rojo hasta desmantelar por completo a estos grupos delictivos, para eso, 3 mil efectivos, militares y policías, se preparan.

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