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El problema de la tortura en México es serio y la lucha contra el crimen organizado la ha agravado, pero con la aprobación de la Ley General para Prevenir, Investigar y Sancionar la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes existe la posibilidad de corregir estas desviaciones, advirtió Juan Ernesto Méndez.

Méndez, quien fue relator especial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, aseguró en entrevista con EL UNIVERSAL que la ley sólo dará resultados si el Estado se compromete a aplicarla en todos sus términos y sancionar a los torturadores, independientemente de la fuerza a la que pertenezca (municipal, estatal o federal).

—¿Qué significa para México la aprobación de esta ley?

—Es una gran conquista de la sociedad mexicana y del Poder Legislativo, por ser una ley tan completa que puede resultar un instrumento importantísimo en la lucha contra la tortura, prevención e impunidad. Estoy ilusionado con que esto sea un hito en la lucha contra la tortura en México.

—¿En qué panorama se encuentra ahora México gracias a estos nuevos lineamientos?

—La ley no termina con el problema de la tortura en los casos prácticos, pero permite homogeneizar todas las normas dispersas que había en los distintos estados sobre la tortura y permite federalizar tanto la prevención como la criminalización y la sanción efectiva de la tortura para que no haya impunidad.

¿Está usted satisfecho con esta nueva ley contra a tortura?

—Seguí con atención algunos proyectos que había e hice algunas sugerencias que afortunadamente han sido incorporadas todas. Estoy 100% de acuerdo con todo. Esta ley cierra algunos recovecos que permitían que la tortura se expandiera por todo México, así que este es un paso importante.

¿Qué se puede mejorar?

—En este momento no tengo sugerencias para hacerle; obviamente, con el andar de la aplicación máxima siempre los textos se pueden mejorar, pero como texto legislativo primero está absolutamente en concordancia con el derecho internacional y con las obligaciones internacionales de México.

Segundo, avanza sobre esos estándares que el derecho internacional no contempla, pero que para México son particularmente importantes. En tercer lugar, establece penas muy severas para conductas agravadas de la tortura que me parece que pueden tener un efecto disuasivo.

¿Qué resultados se esperan con la aplicación de esta ley?

—Todo depende de la aplicación con buena fe y con rigor para que los encargados de hacerla cumplir, de la procuraduría, de los jueces y también de los superiores jerárquicos de aquellos que están cerca de las interrogaciones y de las capturas de los detenidos, para que ellos vigilen que no haya violaciones de la prohibición de la tortura y tratos humanos degradantes y de los responsables de los establecimientos de detención.

Todos tienen que tomar nota de esta ley y cumplir con sus obligaciones. Si se cumple de buena fe, puede ser una herramienta muy importante contra la tortura en México.

Esperaría una reducción en los números de denuncia, porque hay una fiscalización más cercana y rigurosa de los procesos de interrogación y de detención, y también una inspección regular y abierta de los establecimientos de detención.

También esperaría que se empiecen a ver algunas investigaciones serias y procesamiento y castigo de algunos torturadores. Hasta que no haya un efecto demostrativo no se puede esperar, porque la ley dice que se le dan años de prisión y los torturadores dejarán de torturar cuando vean que va en serio, es cuando se van a ver los efectos de la ley.

¿Cómo cree que se puede borrar la tortura del mapa de México?

—Espero que la PGR utilice este instrumento rigurosamente, no en forma alocada, pero cuando se dan las circunstancias que la ley prevé que se utilice y que se ejerza fuero de atracción, y que se tome la causa y se acuse ante tribunales federales, eso puede ayudar mucho a prevenir la tortura en todos los casos.

Me parece importante que esto se use cualquiera que sea la fuerza que opere, porque en México la tortura es más o menos idéntica, sea que operen fuerzas locales, estatales, federales, policía, procuradurías y hasta las Fuerzas Armadas. Si hay algún ámbito de impunidad para cualquiera de esas, es muy difícil que la tortura se acabe.

¿Cuál es el siguiente paso?

—Lo que importa es hacer cumplir la ley, porque si no la usan puede ser letra muerta. El Estado debe tomarlo en serio. México tiene un problema muy serio con la tortura, lo reconocen amplios sectores del país y a lo mejor la lucha contra el crimen organizado ha resultado en un agravamiento de la tortura también, y creo que México tiene la posibilidad de corregir esas desviaciones y de hacerlo pronto.

No hay estadísticas claras, no se puede cuantificar en forma muy exacta porque ni antes ni ahora se llevan estadísticas suficientemente rigurosas para decir cuántos son los casos de tortura, pero por las denuncias que sí conocemos, se puede decir con toda certeza que el número de casos de tortura ha aumentado mucho en los últimos 10 años.

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