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El fiscal general de Costa Rica, Jorge Chavarría, informa que los cárteles mexicanos reclutan a delincuentes centroamericanos para llevarlos a “escuelas” del narcotráfico en México y adiestrarlos en sus métodos de operación, con la finalidad de que cuando regresen a sus países de origen apliquen los sistemas delictivos que aprendieron sobre el contrabando internacional de drogas y tareas paralelas de narcoactividad.

En entrevista con EL UNIVERSAL, Chavarría confirma que en el caso de Costa Rica “algunos pandilleros callejeros costarricenses, en un entrenamiento, han sido llevados por organizaciones mexicanas a capacitaciones en territorio mexicano”, pero que igual sucede con personas del resto de Centroamérica que son trasladadas a México a adiestrarse en prácticas de los cárteles de ese país.

Tras abstenerse de identificar a los cárteles mexicanos que ofrecen capacitaciones, afirma que lo hacen “las que tienen dominio en Centroamérica”.

Autoridades antidrogas de la zona han confirmado que los cárteles de Sinaloa y de Los Zetas están entre los más activos en el istmo, aunque otros, como los de La Familia Michoacana o del Golfo también han operado en el área. Las huellas de Los Zetas se detectaron con mayor intensidad en Guatemala, mientras las de Sinaloa están en todos los países centroamericanos.

¿Cómo describe el control del narcotráfico en Centroamérica por parte de los cárteles mexicanos?

—En la última década, sobre todo después de la historia de El Señor de los Cielos [el fallecido narcotraficante mexicano Amado Carrillo Fuentes], quien modificó el narcotráfico con [el uso de] los aviones grandes, a partir de ese momento hubo un desplazamiento del dominio colombiano sobre las rutas centroamericanas. Ese desplazamiento significa más o menos que 80% del producto del tráfico de drogas va a México y más o menos 20% a Colombia. Tenemos clarísimo ahora y documentado que el retorno mayoritario de las ganancias está en manos mexicanas.

Tenemos establecido en la región que hay un dominio de las rutas que eran antes pertenecientes o dominadas por narcotraficantes colombianos que están siendo manejadas o dominadas ahora por los narcotraficantes mexicanos.

Al decir que tienen dominio sobre estas rutas, hablamos de que hay una organización centroamericana que siempre ha dado respaldo a estas organizaciones narcotraficantes y que es propiamente residente en los diferentes países de Centroamérica.

¿Esas organizaciones controlan el narcotráfico en Centroamérica?

—Hemos visto una amplia expansión [de la demanda], lo que modifica un poco las relaciones de poder a nivel centroamericano. La demanda no es sólo en Estados Unidos y Europa, sino que tenemos una demanda interna en todos los países de la región y que obviamente viene creciendo por una presión de la oferta, porque la colaboración para el trasiego hacia EU se paga con droga y no en dólares.

Esto implica una ganancia muy grande para las organizaciones locales. Si en el pasado por ayudar a pasar un cargamento daban, por ejemplo, 500 dólares o mil dólares por kilo, dependiendo del precio, cuyo costo es acumulativo, según esté más al norte. Entre más al norte esté, más caro es el kilo, porque tiene más valor agregado. Al recibir un kilo el traficante local lo transforma en cinco al mezclarlo con otras sustancias.

El traficante mexicano que controla la ruta requiere de la lealtad de los traficantes locales, porque si no se le acaba el negocio. Aquí es donde se viene también lo que hemos notado y lo tenemos documentado, que algunos pandilleros callejeros costarricenses en un entrenamiento han sido llevados por organizaciones mexicanas a capacitaciones en territorio mexicano.

¿Dice usted que están enviando a centroamericanos a capacitarse en escuelas del narcotráfico en México en los mecanismos y métodos de trabajo de los cárteles para que los repliquen o establezcan en Centroamérica?

—Exactamente. A nivel de inteligencia lo hemos establecido, nuestra policía lo ha establecido. En algunos casos concretos de condenas contra organizaciones criminales, porque estamos muy activos desmantelando organizaciones completas, no sólo a los líderes. En estos trabajos hemos detectado y sido informados de este tipo de viajes a territorio mexicano con las organizaciones delictivas.

En México no es sólo una organización, hay muchas. Este [proceso de capacitación] lo hemos logrado establecer con las que tienen más dominio en Centroamérica. No quisiera referirme a nombres ni a designaciones [de los cárteles].

¿Cómo se refleja ese adiestramiento en la práctica?

—Hemos visto que ha surgido [en Costa Rica] una organización alrededor de la droga, con elementos característicos mexicanos, con un ala de seguridad armada y con la confrontación al competidor de manera armada. Tenemos un incremento de la violencia porque organizaciones locales de narcotraficantes aplican la estrategia mexicana de control del territorio.

De igual manera surgen elementos de la cultura narcotraficante mexicana que han sido asumidos por las organizaciones domésticas, como el uso del AK-47 o Cuerno de Chivo, que es como un símbolo de que se es un narco consumado y se tiene el poder. Esa arma emblemática la vemos presente en toda Centroamérica en el manejo de las organizaciones locales.

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