Monterrey, NL.— Raymundo Jiménez Rodríguez nunca más volvió a dormir en la cama que compartió con su esposa por 38 años. No regresó a su casa. Perdió el rumbo la tarde en que Rosa Mariana Ramírez Díaz, su esposa, falleció asfixiada y atrapada en un baño del Casino Royale junto con otras 20 personas al tratar de huir del incendio que cobró 52 vidas en el acto más claro del narcoterrorismo en medio de la guerra contra el crimen organizado.

“El incendio del inmueble fue por falta de cumplimiento de la cuota de pago de piso establecida por Los Zetas. En vez del pago de piso, el empresario decidió contratar guardias armados, pero los ponía en horas donde había más clientes, por la noche… y la célula criminal fue al casino por la tarde”, relata Martín Carlos Sánchez Bocanegra, presidente de Renace, organización que tiene como misión defender a personas de bajos recursos procesadas injustamente.

La guerra entre cárteles provocó que en 2010 Nuevo León registrara más de 670 asesinatos violentos. Sólo en el primer mes de 2011 el estado registró 118 asesinatos violentos relacionados con este flagelo. “Entre 2010 y 2013 se dieron los momentos más difíciles de la lucha contra el narcotráfico y las células criminales”, agrega.

Aquella tarde del 25 de agosto de 2011, Rosa Mariana y otras 51 víctimas murieron asfixiadas por intoxicación de monóxido de carbono. Alrededor de las 15:50 horas varios hombres armados entraron al Casino Royale, realizaron disparos, robaron pertenencias, destruyeron máquinas y rociaron al menos cuatro bidones de gasolina en el Área del Bingo.

El ataque fue considerado como narcoterrorismo y uno de los ataques más letales contra la sociedad mexicana desde que el ex presidente Felipe Calderón lanzó la ofensiva contra los cárteles de las drogas en 2006.

“Fue sin duda la tragedia más grande de Nuevo León. Mis hijas... vivimos una tragedia que a cinco años sigue viva”, asegura Raymundo, abogado de profesión y representante del grupo de los deudos al fijar su postura ante las irregularidades del inmueble y la guerra contra el narcotráfico.

“Éste [el del Casino Royale] fue un problema que se generó por la guerra que el presidente Calderón inició contra el narcotráfico”, afirma Raymundo, quien busca justicia y denuncia la inacción de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, (CNDH) y la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Nuevo León, (CEDHL).

“La historia del Casino Royale estaba plagada de irregularidades. Mi esposa vivió 13 minutos en el infierno, y era inocente, sólo quería un momento de esparcimiento esa tarde en que yo la dejé ahí para que jugara Bingo”, dice

La indemnización fue de 140 mil pesos por la pérdida de su esposa. “La buscaba toda esa madrugada del 25 de agosto de 2011 por todos los hospitales de Monterrey. Hubo corrupción desde el gobierno federal, los estatales y los municipales”, indica.

Desde el primer momento, el grupo de familiares y deudos, se propuso no hablar del atentado. “Tememos por nuestra vida, no queremos que nos den un balazo en la cabeza por andar hablando del grupo criminal responsable del ataque. Sabemos que hoy hay 12 personas con sentencias, y cuatro más que parece que están en la Ciudad de México como testigos protegidos”, dice.

“El mayor momento de violencia que vivimos en Monterrey inició en 2011 con el ataque a cantinas, a centros nocturnos, mataban gente ahí, estuvieron extorsionando a todos los dueños. Ahora, otra vez se está recrudeciendo esta guerra, y creo que la única solución es que el Ejército esté en las calles”, señala.

“Es un problema que se generó con la guerra del ex presidente Calderón, aquí estuvo con nosotros tres meses después de lo ocurrido, nos dijo que iba a haber justicia y fue pura palabra, no hizo absolutamente nada; después vino su esposa Margarita Zavala, nos dijo a cada familia que nos iba a ayudar. Totalmente falso”, indica.

Días después de lo ocurrido en el Casino Royale 3 mil militares y policías federales reforzaron la seguridad en Nuevo León con operativos de inteligencia, rastreo y detención de miembros de la delincuencia organizada.

“La ausencia de mi esposa cambió mi vida. Nos hace mucha falta. Era una figura que estaba ahí ayudando a que todo se desarrollara, cuidando a sus nietos… y de repente te quedas sin nada, te quedas sin pareja, imposible dormir. Agradezco a Dios el tiempo que me permitió vivir con ella”, afirma.

Raymundo narra las primeras horas que vivió para encontrar a su esposa. “Ella estaba en el Bingo cuando sucedió la tragedia. Mi hija me llamó para decirme que el casino se estaba incendiando. Me subí al coche, corrí. Había llamas, mi primer intento fue ingresar, salía un humo negro contaminado por químicos, había ambulancias, soldados, bomberos. Me empujaban. No me dejaban entrar. Mientras tanto corrían versiones de que había heridos en hospitales, pero ella no alcanzó a llegar a ninguno; murió asfixiada adentro del baño, tratando de huir, quedó atrapada. Tuve que reconocer su cuerpo; no pude decirle nada; era puro llorar”, recuerda, mientras continúa pugnando porque la muerte de su esposa no quede impune.

“Es demasiada violencia”. Aquella tarde María Guadalupe Monsiváis Estrada, de 16 años, trabajaba en la recepción del Casino Royale, y era también docente de una escuela primaria. Fue golpeada por hombres armados y murió minutos después por asfixia. A pesar de los avances en materia de detenciones por parte de las autoridades; Cándido Monsiváis Estrada, hermano de María Guadalupe, refiere que tanto la Comisión Estatal de Derechos Humanos en Nuevo León, como la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, “no han cumplido con lo que prometieron, la reparación de daños, ya no nos reciben, dicen que han cambiado las administraciones y yo me pregunto: ¿Con el cambio de administraciones también cambiarán la muerte de mi hermana por su vida?, quiero verla viva de nuevo; que me la devuelvan, ella era la que menos merecía morir de la familia”.

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