Ser sensibles ante la violencia, pide CEM

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La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) pidió no ser insensibles ante la violencia que se vive en Veracruz, así como en otras entidades de la República y exhortó a continuar en la construcción de la paz.

Tras los hechos de violencia que se han presentado en ese estado, donde dos curas de la Diócesis de Papantla fueron asesinados hace un par de semanas, así como la muerte de otros tres jóvenes universitarios que desaparecieron desde el pasado 29 de septiembre, el secretario general de la CEM, Alfonso Miranda Guardiola, pidió a través de su cuenta de la red social Twitter no ser insensibles ante la violencia.

“No podemos ser insensibles ante el clima de violencia que azota #Veracruz y otros estados del país. Trabajemos sin descanso para alcanzar la paz”, publicó en su cuenta.

En una breve declaración enviada a EL UNIVERSAL, Miranda Guardiola expresó que ante los hechos que atentan contra la vida de las personas se requiere de la participación activa de todos los sectores de la sociedad a fin de lograr un trabajo conjunto en la construcción de la paz.

“Ante los lamentables hechos violentos que atentan contra la vida de las personas, el dolor de quienes sufren también es nuestro. No podemos ser indiferentes ni insensibles, porque se requiere una participación activa y decidida de todos: ciudadanos, instituciones y gobierno. Es necesario que juntos trabajemos sin descanso para alcanzar la paz”, dijo el religioso.

El 18 de septiembre pasado un grupo armado ingresó a la iglesia de Nuestra Señora de Fátima, se llevó a los sacerdotes Alejo Nabor Jiménez Juárez y José Alfredo Suárez de la Cruz, quienes fueron torturados y asesinados, lo que generó conmoción entre la sociedad veracruzana.

En el caso de los sacerdotes de la Diócesis de Papantla el cuerpo episcopal, que reúne a los más de 100 obispos de todo el país, ha pedido a las autoridades la aplicación de la justicia y el esclarecimiento de los hechos y que no se manche el nombre de los curas, luego de que el fiscal general de Veracruz, Luis Ángel Bravo, asegurara que los curas habían convivido e incluso ingerido bebidas embriagantes.