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En la oscuridad sólo se escuchaban los pasos de los uniformados. Algunos de los maestros que se mantenían despiertos lograron dar la voz de alarma: “¡Ahí vienen, ahí vienen!”.

Para cuando todos lograron despertar y salir de sus casas de campaña estaban cercados por cientos de policías federales y capitalinos, quienes desde la 2:00 horas comenzaron a desplegarse en una táctica que aplican por tercera ocasión durante la madrugada, para desmantelar un plantón de la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE).

Los maestros no tuvieron oportunidad de organizarse ni opción de resistirse para mantener el plantón que habían instalado nueve horas antes sobre avenida Bucareli, en las inmediaciones de la Secretaría de Gobernación.

Recibieron una orden contundente: “Hagan lo que tengan que hacer, pero sólo tienen una hora para retirarse, o usaremos la fuerza policial que traemos”, advirtió el policía federal U. Mendoza, el mismo mando que el sábado pasado desalojó a los profesores de la Plaza de Santo Domingo y que los sacó de la Ciudad de México esa madrugada.

Ante la “invitación” a retirarse, y debido a que el jefe policiaco les ofreció como alternativa que se reubicaran en la Plaza de la Ciudadela, los maestros accedieron. Fue así como el operativo resultó pacífico.

Alrededor de las 2:00 horas, cientos de elementos de la Policía Federal se formaron detrás de un muro de contención instalado sobre la avenida Bucareli —a la altura de la calle Ayuntamiento—; eran sombras y pasos que se aproximaron a campamento improvisado de los maestros.

La mayoría permanecían dormidos. El sonido de los movimientos de los policías encendió la alerta y despertó al contingente. Los maestros, procedentes de los estados de Michoacán, Oaxaca, Veracruz y Chiapas comenzaron a levantarse, a preguntar qué pasaba, “ya nos van a correr otra vez”, comentaban algunos, mientras otros buscaban a sus líderes para analizar el plan de acción ante un posible desalojo nocturno.

Los profesores más jóvenes intentaron aproximarse al cerco policial y exigir su derecho a manifestarse, pero sus compañeros les pidieron no caer en provocaciones.

En cuestión de minutos, la calle de Iturbide en las esquinas con Artículo 123, Morelos y Ayuntamiento y sobre Paseo de la Reforma había presencia policiaca, fue imposible que los maestros salieran del cerco que les tendieron, su única opción fue la plaza de la Ciudadela.

Gamaliel Guzmán, de la Sección 18 de la CNTE, se acercó a negociar con las autoridades federales para hacer el retiro de los maestros a la Ciudadela, los policías les dieron una hora para levantar sus cosas y desplazarse.

Los integrantes de la CNTE comenzaron a levantar las 800 casas de campaña, las tres lonas de diferentes medidas, las dos carpas de 3x2, la cocina provisional, además de cobijas y demás pertenencias que tenían en el plantón. Fue 10 minutos antes de que concluyera la hora acordada cuando los uniformados comenzaron la movilización, el desalojo.

“Tienen 10 minutos para desalojar o utilizaremos la fuerza pública”, advirtió el oficial Mendoza.

“Se ve, se siente, la fuerza de la CNTE”, gritaban los manifestantes frente a los policías que resguardaban la zona, como un acto de protesta, pero inútil, pues siguieron levantando el plantón y acatando la orden.

En punto de las 3:45 horas, los profesores cargaron sus pertenencias y avanzaron hacía la plaza de la Ciudadela. La ruta permitida fue sobre Artículo 123 y la calle de Iturbide en el Centro Histórico, para incorporarse a Enrico Martínez y llegar a la zona donde se instalarían, a sólo un par de cuadras de distancia.

Los federales les dieron la orden de avanzar hacia la plaza en la que se reubicarían, pero antes de llegar los policías capitalinos les impidieron el paso, lo que generó un momento de tensión y preocupación de los docentes, que pensaron que serían agredidos al quedar “atrapados” entre las dos corporaciones. Fue solamente una falta de coordinación de los uniformados. Al final les franquearon el ingreso a la Ciudadela.

El cerco no concluyó nunca. Siempre vigilados, los maestros pasaron la noche. Se impidió así que intentaran salir de la zona o enfilarse hacia el Zócalo capitalino, que es su destino anhelado, tampoco podían regresar al Palacio de Covián. Al llegar la noche temen una vez más ser desalojados, y enviados a sus estados.

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