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Regalo en mano, familiares y clase política panista acuden a la fiesta de cumpleaños 50 de Margarita Zavala, a quien el ex presidente Felipe Calderón Hinojosa abre la puerta de la camioneta blindada en que llegan a un salón en la avenida Constituyentes, algo más de dos kilómetros arriba de Los Pinos, un lugar aspiracional de la familia.

De azul, los dos caminan juntos los pocos metros necesarios para bajar una escalinata, desde la cual ven el área del festejo y las decenas de invitados que han llegado a esa temprana hora, las 14:35 horas de una tarde, tres días antes de la fecha del cumpleaños (25 de julio) y 13 días después del fallecimiento de su padre, don Diego Zavala.

La vida sigue. Felipe Calderón ha comentado, un instante antes, a petición de los periodistas: “Estamos muy contentos de celebrar a Margarita, toda la familia. Hemos sido muy felices al lado de ella, durante muchos años; esperamos que siga alegrando la vida de todos los que la rodeamos, muchos más”.

Zavala sonríe, al lado del ex presidente. Sin decir palabras, sin la chalina de ¿campaña?, ¿de promoción de “Yo con México”?, esta abogada que en sentido figurado hace 50 años fue envuelta en pañales azules, va al entorno del aprecio a su persona.

Consuelo Sáizar Guerrero (ex Conaculta), lleva envuelto un libro Cien años de Soledad, que a Margarita “le apasiona la lectura”.

Así ha de ser y así han de saberlo sus amistades, porque algunos de los que rompieron el secreto de regalar en cumpleaños, la cuelga que le dieron son libros.

Roberto Gil Zuarth dice que le obsequia un libro de ensayos de filósofos y teóricos políticos que estudian la serie House of Cards, que puede ser útil, pues “hay unos buenos consejos de cómo hacer política con rumbo a una elección”.

Entra a la pasarela de los que festejan a Margarita Zavala su hermano, Juan Ignacio Zavala, y bromista, dice que le va a regalar un “libro… mío”. Pues no. Podrá en manos de ella El Reino, del francés Emmanuel Carrerè, “un ensayo profundo de Los Hechos de los Apóstoles”.

Cecilia Romero, un ícono de la mujer política panista, dice que le lleva “mi mejor vibra, y ferviente adhesión, porque quiero que sea presidenta de México”.

José Luis Luege, ex Comisión Nacional del Agua, lleva un envoltorio en papel de china del color de “Yo con México”, que contiene un impermeable, “para la temporada de lluvias de campaña”. El ex presidente del Senado y de la Cámara de Diputados José González Morfín sonríe a la pasarela sin decir palabra. Es un hermético cuidador de secretos.

De otra esfera, la actriz Ana Claudia Talancón parte plaza con gracia, luce y posa su presencia ante las cámaras —es lo suyo—, sonríe y resulta encantadora hasta cuando contesta a una pregunta de un reportero: “¿Qué te importa?” Y una mujer que la ha visto explica: “Sabe que es bonita”.

Llega Aitza Aguilar, apoyo permanente en el trabajo de Calderón, quien ha sustituido las tareas profesionales por la vocación de madre.

Y por la pasarela del medio siglo de Margarita Zavala Gómez del Campo pasan más: Patricia Espinosa Cantellano (ex canciller); Mariano Francisco Saynes (ex Marina); Jorge Zermeño Infante (ex embajador en España y antes senador y diputado).

El jefe del Estado Mayor Presidencial (EMP) del sexenio de Felipe Calderón Hinojosa, general de división Jesús Castillo Cabrera, llega vestido de civil, así como el senador Ernesto Cordero Arroyo, (ex Hacienda); Alejandro Poiré (ex Gobernación), de lente oscuro y barbado; Germán Martínez, quién dice: “Estoy retirado de la vida pública”.

Y ahí están en esta suerte de “fiesta de cumple” que es privada, en un calendario de sucesión presidencial, en la que el PAN quiere entrar por tercera vez a Los Pinos, tan cerca esta tarde de pastel; en esta fecha más cercana del proceso interno panista, pero tan lejos aún de las urnas.

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