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La vida del político mexicano Javier Duarte de Ochoa cambió durante la noche del sábado 15 de abril de 2017.

La apacible temporada vacacional de Semana Santa, disfrutada en familia en un lujoso centro hotelero de Panajachel, en el suroccidental departamento guatemalteco de Sololá y que ofrece una espectacular panorámica al Lago de Atitlán, concluyó abruptamente esa noche.

Pero allí mismo comenzó una batalla judicial y diplomática que, en su primer capítulo, finalmente rematará hoy con la extradición a México del hombre que gobernó Veracruz del 1 de diciembre de 2010 al 12 de octubre de 2016, y que durante seis meses fue un prófugo de la justicia.

Luego de obtener licencia a mediados de octubre pasado para retirarse como gobernador de Veracruz, el político fue localizado y detenido en un operativo conjunto de la Procuraduría General de la República y la embajada de México en esta ciudad, con la Policía Nacional Civil y el Ministerio Público de Guatemala con respaldo de la Interpol.

Sin oponer resistencia, Duarte aceptó entregarse esa noche y finalizar su fuga en este país al que ingresó clandestinamente.

El trabajo para su captura se aceleró ese sábado cerca de las 11:00 horas locales, cuando la embajada mexicana pidió al gobierno de Guatemala, por medio de la Cancillería, la detención provisional con fines de extradición del político. Casi de inmediato, la petición fue remitida al Ministerio Público, que la transfirió al sistema judicial y giró la orden de aprehensión a los cuerpos policiales.

Aquella noche, el mexicano compareció ante un juzgado de la región de Sololá que le hizo la primera notificación del motivo de su arresto: México lo solicitó por los supuestos cargos de delincuencia organizada y operaciones con recursos de procedencia ilícita cometidos durante su gestión en Veracruz.

Informado de las razones de su detención, fue introducido al asiento trasero de una patrulla, se ubicó en el centro y fue trasladado de Panajachel a la cárcel de Matamoros, que funciona dentro de una base militar capitalina y que es un centro de detención exclusivo para reos de alta peligrosidad y relevancia.

A Matamoros entró en la madrugada del 16 de abril. Sonriente y hasta afable con los periodistas instalados a las puertas del cuartel, se dejó fotografiar. Allí sonrió para las cámaras y pareció estar sereno, pese a las fuertes acusaciones en su contra y a que, a partir de ese instante, pasó de una vida de lujos a estar recluido en una prisión sujeto a un protocolo de severa restricción.

Defensa. El caso fue trasladado al Tribunal Quinto de Sentencia Penal, Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente, de esta capital. Ese domingo, el abogado mexicano Pablo Campuzano de la Mora, defensor de Duarte en México, llegó a Guatemala para empezar a coordinar la defensa local de su cliente.

Ya sin sonreír, Duarte debió comparecer en la tarde del miércoles 19 ante instancias judiciales. Entrar y salir de ese edificio, encadenado de pies y manos, en medio de gran número de fotógrafos y reporteros, y de los insultos de mareros o pandilleros y otros delincuentes, significó un calvario.

La petición formal de extradición fue entregada el 7 de junio por México a Guatemala, pero con un añadido. A Duarte se le atribuyeron seis supuestos delitos estatales en Veracruz: incumplimiento de deber legal, abuso de autoridad, peculado, coalición y dos de tráfico de influencias.

El nuevo proceso entró al Tribunal Tercero de Sentencia Penal, Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente, también capitalino. Después de informarle sobre los cargos estatales, alegar que los hechos que se le imputan ocurrieron cuando había dejado de ser gobernador y reafirmar que es inocente, sorpresivamente aceptó ser extraditado, aunque todo sujeto a lo que ocurriera en el Tribunal Quinto.

El 4 de julio compareció con su defensa y, otra vez, sorpresivamente, aceptó ser extraditado a México por los cargos federales. Las gestiones se aceleraron en los siguientes días. Duarte quedó a la orden del Ministerio de Relaciones Exteriores de Guatemala, luego de resueltas las diversas etapas, como el arresto provisional y la fase judicial, y la que se cumplirá hoy: proceso de entrega, otro paso que seguirá cambiando la vida de Duarte como sucedió en la noche del pasado 15 de abril.

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