Roberto Borge Angulo no era un león, no se asumía como tal, pero actuaba como El Rey de la Selva quintanarroense que, metafóricamente y como gobernador de Quintana Roo depredó —en términos financieros, de obra social y de garantía de derechos y libertades— a la entidad.

El 9 de enero de 2016, cuando sostuvo un cruce de indirectas con el aspirante a sucederlo como gobernador del estado, Carlos Joaquín González, jugó con aquella figura: “El león nunca voltea cuando un perro ladra”, escribió en Twitter, acompañando la frase con la imagen de un felino, en alusión a lo redactado por Carlos Joaquín, a quien el gobierno municipal de Cancún había saboteado un evento público en una colonia popular.

Dos días después se referiría a ese pasaje, en el domo del Sindicato de Taxistas Andrés Quintana Roo, en Cancún, cuando celebraba su cumpleaños 36, como parte de los festejos que protagonizó en cada uno de los 11 municipios del estado, desde el 29 de diciembre y hasta las primeras semanas de enero.

“Fue una reflexión. A veces subo a mis redes sociales reflexiones (…) El león es el rey de la selva. Es un animal que, sobre todo al arranque del año, demuestra su fuerza”, comentó a EL UNIVERSAL.

En medio de la multitud y fondeado por la música de los Papy’s, estaba solo, pero custodiado a distancia por dos de los más de 10 escoltas armados que lo acompañaban. Había bebido, estaba contento e incluso se permitió hablar sobre cómo deseaba ser recordado.

“Como un gobernador joven. Llegué siendo el gobernador más joven en la historia de México, por votación”, decía. “Me gustaría ser recordado como un gran promotor del turismo en la entidad” y quien pugnó por crecimiento y desarrollo económico, que ha trabajado por la gente, anhelaba, convencido.

Esa tarde del 12 de enero, las lideresas de colonias libraban una batalla campal para alcanzarlo, para tocarlo, para acercarse lo suficiente y agradecerle, mirarlo y fotografiarse con él, siempre distante, lejano, arrogante. Siempre inaccesible.

El festejo aquel era en grande. Un promedio de 10 mil personas, entre pobladores de zonas populares y empresarios, políticos, funcionarios, dueños de medios, columnistas afines, departieron la mesa con él.

Estaban algunos de los seis caballos de la unidad, como bautizó a sus favoritos a sucederle: el diputado federal José Luis Chanito Toledo y el presidente municipal de Cancún, Paul Carrillo, además del entonces diputado federal Remberto Estrada, actual edil de Benito Juárez.

Faltaban cinco meses para las elecciones y el encontronazo con Carlos Joaquín —hijo del legendario empresario cozumeleño, Joaquín Nassim, hermano del secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell, y excluido de aquella caballada— subía de tono cada vez.

Al término de la charla y retomando la anécdota del león, Borge Angulo se dibujó a sí mismo: “No necesariamente que me identifique, pero bueno, en el mundo animal el león es conocido como el rey de la selva. Yo no me identifico con el león, soy Roberto Borge y soy gobernador. Yo no soy león”.

Dijo que no se arrepentía de nada y del futuro después de septiembre de 2016, afirmó: “Ya veré”.

El origen. De ascendencia sirio-libanesa, Borge es nieto de Cecilio Borge Sade y de Margarita Martín Vázquez, nacidos en Cozumel. Es hijo de Roberto Borge Martín y de María Rosa Yolanda Angulo Castilla, y sobrino del ex gobernador Miguel Borge. Tiene dos hermanas —Cecilia y Rosa— alejadas de la vida pública, quienes se mantuvieron con bajo perfil durante su administración.

La familia estaba enfrentada con los Joaquín, dedicados al comercio y luego a la política.

Se le recuerda en su tierra como un estudiante conflictivo, expulsado en varias ocasiones del colegio Cozumel, afiliado al Instituto Cumbres y ligado a los Legionarios de Cristo.

Para cursar la preparatoria y su carrera como licenciado en Administración de Empresas, fue enviado al norte del país, al Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, donde afianzó importantes relaciones.

Su carrera política inició al cobijo y sombra de Félix González Canto, quien lo nombró su secretario particular y luego tesorero estatal, cuando el ahora senador gobernó Quintana Roo (2005-2011).

Después lo impulsó para ser diputado federal y lo impuso como candidato del PRI a la gubernatura, pese a que estaba pactado que dicha posición correspondería a Carlos Joaquín, quien tuvo que replegarse.

Dentro de la clase política, se entendió que González Canto se decantaba por Borge, debido a dos factores: su inmadurez y su inexperiencia, que le harían fácilmente manejable para quien deseaba mantener el control del estado, coinciden actores de la oposición y del propio PRI.

“Beto fue una fabricación de Félix para mantener el poder detrás del poder”, asegura un pionero cozumeleño, quien recuerda cómo presuntamente González Canto le organizó hasta la boda con la joven Mariana Zorrilla, con quien procreó dos hijas y de quien se separó días después de que el Revolucionario Insitucional perdiera la elección de 2016.

Si bien Borge deseaba pasar a la historia como promotor del turismo, dejó millonarios adeudos con proveedores de marketing turísticos, que apenas son liquidados por el actual gobierno.

Su administración representó el incremento desproporcional de la deuda per cápita, colocando a la entidad como la segunda más endeuda de México, que significó 22 mil millones de pesos.

De 2011 a 2016 generó un daño patrimonial por otros mil 200 millones de pesos, fruto del remate de al menos 24 predios propiedad del estado, vendidos a precios subvaluados a familiares, amigos, políticos y gente ubicada dentro de su círculo, de acuerdo con las investigaciones de la PGR iniciadas a partir de denuncias ciudadanas, auditorías y revisiones hechas por el actual gobierno.

En cinco años, a través de presuntos prestanombres, se hizo de navieras, empresas de corte inmobiliario y conformó una red de probable delincuencia organizada institucional —como la definieron funcionarios estatales— que se nutrió de recursos públicos y dinero de procedencia ilícita, conforme a uno de los delitos que se le imputa y por el cual fue detenido en Panamá, el domingo.

Amante de los lujos, las fiestas, los viajes y la farándula, generoso con sus amigos, afecto a bailar y hasta a echarse palomazos con cantantes como Reyli y el fallecido Juan Gabriel, Borge es acusado de censurar y perseguir a la prensa crítica. Consentía a quienes optaron por servirle; se le reprocha haber atomizado y golpeado a una parte de la oposición mientras “compraba” a la otra.

El Rey de la Selva quintanarroense sembró temor entre sus detractores; orquestó campañas de desprestigio para anular a toda voz disidente y se valió del gobierno para imponer una imagen de poderío, liderazgo y éxito, replicada dentro y fuera, que sirvió para ocultar y dejar crecer problemas de violencia social, inseguridad, pobreza, salud, desigualdad, corrupción e impunidad.

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