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El centro de convenciones de Tlatelolco es una olla en la que hierven las emociones y la alegría se desborda en los congresistas nacionales de Morena.

Han pasado los comicios del 4 de junio y aunque no ganaron una sola gubernatura, el ambiente es de triunfo total y con la mira puesta a las elecciones de 2018.

Estos son los números que sustentan su optimismo de los lopezobradoristas: en 2015 Morena obtuvo en las elecciones 950 mil votos y el pasado 4 de junio, con todo y la “mafia en el poder”, crecieron 164%, al llegar a 2.5 millones de votos, sólo en los comicios de Coahuila, Nayarit, Estado de México y Veracruz.

A tres años de su creación, Morena tiene 91.6% de presencia en las más de 68 mil 112 secciones electorales de todo el país.

Ese es el balance que escucha Andrés Manuel López Obrador durante la jornada del tercer congreso nacional extraordinario morenista yno duda en esbozar una sonrisa.

Pero antes, el primer banderazo de salida lo dio su pupila, la ex candidata de Morena al gobierno del Estado de México, la maestra Delfina Gómez, quien se parafrasea a ella misma y dice que está “requetebién” y que una “maestrita” puso a temblar a la maquinaria del PRI, en la casa del presidente Enrique Peña Nieto

“¡Gobernadora!, ¡gobernadora!”, le respondieron morenistas de todo el país reunidos, con los puños apretados y en todo lo alto, porque para ellos la política texcocana ganó la elección pasada.

Por ello, los invita a trabajar en unidad para definir a los representantes del partido, pero eso sí, sin protagonismos y velando siempre por el futuro de México.

La maestra Delfina llegó de la mano de Horacio Duarte, dirigente de Morena en el Estado de México, donde ese partido se convirtió en la segunda fuerza política.

En la zona vip se encuentran los senadores Manuel Bartlett, el primero en llegar, y los recién ingresados al partido Miguel Barbosa, Zoé Robledo, Rabindranath Salazar, Lorena Cuellar, Carlos Merino, quienes compartían el café y las sonrisas.

Unas filas más atrás platican en corto las también leales a López Obrador, Claudia Sheinbaum, delegada en Tlalpan, y Clara Brugada. Ricardo Monreal, delegado en la Cuauhtémoc, se placea en medio de un intenso calor humano y se tomaba selfies con sus seguidores.

“¡Mi candidato!”, le exclaman algunos al zacatecano, quien los recibe con una tremenda sonrisa.

Solamente faltaba el momento indicado, cuando López Obrador atiza sin miramientos contra los dirigentes del PRD, a quienes acusa de ser “mercenarios, politiqueros, oportunistas”, por aliarse con la derecha. Por eso les da la espalda con miras a una posible alianza.

Vuelve a la cascada de números y hace gritar a los suyos de alegría: “Al PAN, que también lo superamos con más de 650 mil sufragios en las pasadas elecciones, más de 650 mil ciudadanos votaron por Morena. Esa fue la ventaja con relación al PAN. Si se compara con el PRD, le ganamos a ese partido palero por más de un millón 200 mil votos”.

Pero ve fijamente a sus incondicionales y les pide no hacer caso al canto de las sirenas, porque insiste que Morena no es una lucha por cargos o puestos públicos, sino que se lucha por principios, por una transformación y no aplica hacer lo que llaman “políticamente correcto”.

Así, con sus directrices enfiladas López Obrador echa sus naves a su tercera contienda presidencial, pero ahora con un partido más fortalecido que nunca.

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