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Las medidas migratorias implementadas por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, incrementan la discriminación, el racismo y el miedo, lo que paraliza el desarrollo de las personas y de las naciones, advirtieron obispos católicos mexicanos y estadounidenses.

En el último día de trabajos de la reunión, los prelados destacaron la importancia del respeto a los derechos humanos fundamentales de los migrantes, independientemente de su condición, los cuales son reconocidos por el derecho internacional.

Indicaron que continuarán su labor de atender a este sector de la población bajo en el enfoque de “en la Iglesia nadie es extranjero”.

Eugenio Lira Rugarcía, obispo de Matamoros, comentó a EL UNIVERSAL que durante el encuentro se analizó la “difícil” situación por la que atraviesan los migrantes, quienes tanto en su tránsito hacia Estados Unidos como una vez que llegan a ese país son víctimas de situaciones “muy dolorosas”, además de que viven con la angustia constante de ser deportados, situación que se ha incrementado con las medidas implementadas por el presidente Donald Trump.

“Analizamos que las medidas que están tomando las autoridades civiles de Estados Unidos están incrementando la discriminación, el miedo, la incertidumbre, el racismo, la deportación, que paralizan el desarrollo tanto de las personas como de las naciones. Recordábamos que los migrantes tienen derechos fundamentales que deben ser respetados, que están plasmados en el derecho internacional”, dijo.

Comentó que la migración es un fenómeno que obedece a causas estructurales, puesto que muchas personas abandonan su país de origen debido a la violencia, pobreza y falta de empleo, por lo que se planteó que en la próxima reunión bilateral de obispos, que tendrá lugar el 1, 2 y 3 de septiembre en Piedras Negras, Coahuila, también sean invitados prelados de naciones de Centroamérica para analizar esta problemática de manera conjunta.

El obispo de Matamoros indicó que durante estos tres días de trabajos en San Juan del Valle en Brownsville, Texas, los obispos de ambos países reiteraron su compromiso de continuar atendiendo a este sector de la población a través de casas para migrantes, albergues y manteniendo su presencia en los centros de detención, a fin de dar un acompañamiento permanente, no sólo a los connacionales, sino también a los centroamericanos que buscan llegar a Estados Unidos en busca de mejores oportunidades.

El martes los prelados de ambas naciones emitieron un pronunciamiento en el que pedían que los migrantes sean respetados por el derecho internacional y por cada país, dado que muchas veces “se encuentran entre la espada y la pared ante la violencia, la criminalidad, las políticas inhumanas de gobiernos y la indiferencia del mundo”.

Afirmaron que la migración es un fenómeno global de causas económicas y sociales.

Destacaron que los gobiernos deben adoptar políticas gubernamentales que respeten los derechos humanos básicos de los migrantes indocumentados, además de que sean atendidas las causas que generan los flujos migratorios.

La reunión de obispos en Texas concluyó con una misa en la Basílica de Nuestra Señora de San Juan del Valle. Acudieron los obispos de Saltillo y Matamoros, así como de Ciudad Juárez, José Guadalupe Torres Campos; de Piedras Negras, Alonso Gerardo Garza Treviño; de Nuevo Casas Grandes, Jesús José Herrera Quiñonez; de Nuevo Laredo, Enrique Sánchez Martínez; el arzobispo de Monterrey, Rogelio Cabrera López, así como el responsable de la Dimensión de Movilidad Humana, Guillermo Ortiz Mondragón, y el secretario general de la CEM, Alfonso Miranda Guardiola.

Durante los trabajos de este encuentro binacional, los obispos y el nuncio apostólico de Estados Unidos, Christophe Pierre, visitaron el albergue de la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, en Brownsville, Texas, y el Centro de Detención de Migrantes Indocumentados de McAllen.

Estas reuniones se han realizado desde los años 80, pero ante la actual coyuntura derivada de la política del gobierno de Donald Trump los prelados abordaron el fortalecimiento de la coordinación entre las diócesis fronterizas para dar una mejor atención a los migrantes, tanto los que residen en Estados Unidos como los que se encuentran en tránsito hacia ese país.

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