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El papa Francisco expresó sus condolencias por la muerte de dos sacerdotes en Poza Rica, Veracruz, que, dijo, son “víctimas de una inexcusable violencia”.

Condenó todo acto que atente contra la vida y dignidad de las personas y exhortó al clero mexicano a continuar su misión eclesial a pesar de los obstáculos.

En una carta enviada a Trinidad Zapata, obispo de Papantla, Jorge Mario Bergoglio lamentó la muerte de los curas y ofreció sufragios por “el eterno descanso de estos sacerdotes de Cristo, víctimas de una inexcusable violencia.

“Su santidad, al manifestar una vez más su firme condena a todo atentado a la vida y dignidad de las personas, exhorta al clero y los agentes pastorales de la Diócesis a continuar con energía su misión eclesial a pesar de los obstáculos, siguiendo el ejemplo de Jesús el buen pastor”, señala la misiva firmada por Pietro Parolin, secretario del Estado del Vaticano.

El Papa manifestó su cercanía a los familiares Alejo Nabor Jiménez y José Alfredo Suárez de la Cruz en “tan dolorosa prueba”, por lo que envió su bendición a la Diócesis de Papantla “como signo de esperanza cristiana del señor resucitado”.

Condena de la CEM. La Conferencia del Episcopado Mexicano también lamentó el asesinato de los sacerdotes. Su presidente, Francisco Robles Ortega, expresó sus condolencias, cercanía y oración a la Diócesis de Papantla, a su obispo y a los familiares de los dos curas.

En Twitter, el cardenal Norberto Rivera Carrera lamentó profundamente el asesinato de los sacerdotes y expresó sus condolencias al obispo de Papantla, José Trinidad Zapata.

El obispo dijo desconocer el motivo de la ejecución. Precisó que el hallazgo se dio en un antiguo tramo de la carretera que está en desuso desde hace varios años. Los cuerpos estaban maniatados de pies y manos y tenían impactos de bala de grueso calibre, incluso en el rostro.

El domingo por la mañana, un grupo armado ingresó a la parroquia de Nuestra Señora de Fátima y se llevó a dos sacerdotes, quienes posteriormente fueron torturados y asesinados, lo que generó conmoción entre la sociedad veracruzana.

El crimen contra los curas ocurrió en el municipio petrolero de Poza Rica, región golpeada por la presencia de cárteles del narcotráfico que se disputan el derecho de piso y las rutas para transportar drogas.

El grupo armado privó de la libertad a tres personas (dos sacerdotes y el chofer de uno de ellos) y, de acuerdo con testigos, los presuntos responsables se habrían llevado una caja fuerte, por lo que presumen que se trató de un robo.

El robo es el principal móvil que tienen las autoridades ministeriales en el asesinato de los sacerdotes. El fiscal general del estado, Luis Ángel Bravo Contreras, informó que los curas que fallecieron habían convivido e incluso tomado bebidas embriagantes con sus victimarios.

El funcionario estatal aclaró que el crimen de los curas no tiene relación con la delincuencia organizada, sino más bien con una discusión al calor de las copas que derivó en el robo y el asesinato.

Dijo que las primeras investigaciones determinaron que al convivir hubo una discusión qué terminó en el robo de 5 mil pesos, de un vehículo propiedad de un sacerdote y de una segunda unidad de un empleado del Ayuntamiento de Poza Rica que la prestaba a los curas.

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