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El consumo de drogas ilícitas entre estudiantes de 10 a 18 años en México se duplicó en los últimos 23 años, al pasar de 8.2% en 1991 a 17.2% en 2014.

Es la marihuana el estupefaciente más consumido, aunque hay una tendencia de repunte del uso de la cocaína, reveló la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas en Estudiantes (Encode).

Al presentar los resultados, Jorge Villatoro, investigador en Ciencias Médicas del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz, dijo que las tendencias en los últimos 23 años, en los cuales no se había hecho un estudio nacional, muestran “que en la población total de 10 a 18 años el consumo pasó de 8.2% a 17.2%. Se duplicó efectivamente el consumo (de drogas) y en donde más se ha incrementado es en el caso de las mujeres, que pasó de 4.3% a 15.9%”.

Al detallar por tipo de droga, la encuesta, que se levantó en las 32 entidades federativas, encontró que el consumo de marihuana entre los estudiantes pasó de 1.54% a 10.6% de la población, en los últimos 23 años.

Manuel Mondragón, titular de la Comisión Nacional Contra las Adicciones (Conadic), advirtió sobre el incremento del consumo de la marihuana entre los alumnos y en medio del debate nacional sobre el tema afirmó que el sector salud no está en contra de “incorporar la cannabis como elemento de tratamiento, siempre y cuando se cumplan los requisitos que cualquier medicamento exige para hacerlo”.

Consideró que esta droga tiene beneficios medicinales importantes, por lo que señaló que es necesario que la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) sea la que la regule.

También alertó que el consumo de cocaína entre los estudiantes de secundaria y bachillerato alcanza los mismos niveles que este grupo poblacional en Estados Unidos, es decir, 1.6%, por lo que la droga es consumida en igual proporción en ambas naciones.

Los inhalables y la cocaína son los que ocupan los siguientes lugares de consumo en México, con 5.8% y 3.3% de los estudiantes, respectivamente.

El reporte señala que el consumo de marihuana por los estudiantes mexicanos en el último año supera lo que hacen los niños en escuelas de Honduras, El Salvador, Panamá y Brasil, y es menor a lo que ocurre en Estados Unidos, Canadá, Belice, Costa Rica, Argentina, Chile y Uruguay.

Por primera vez, la Encode realizada por la Comisión Nacional Contra las Adicciones (Conadic), en coordinación con el Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz y la Secretaría de Educación Pública (SEP), midió el consumo de drogas en alumnos de quinto y sexto de primaria y señaló que 3.3% de los niños en esos niveles educativos han consumido algún estupefaciente en 2014.

La mayoría de ellos (2.3%) había consumido marihuana, mientras que 1.9% lo hizo con inhalables y 1.6% con otro tipo de drogas.

El promedio de edad de inicio del consumo de estupefaciente en México, señalaron los especialistas, es a los 13.6 años.

“La percepción del riesgo de consumir sustancias es menor en los usuarios, lo cual se observa en mayor medida en consumidores de marihuana, así como en consumidores de cocaína, inhalables y heroína”, explicó María Elena Medina Mora, directora general del Instituto Nacional de Psiquiatria Ramón de la Fuente Muñiz.

Agregó que también los usuarios de drogas perciben una mayor tolerancia social ante el consumo de sustancias ilícitas por parte de su familia, sus maestros y su mejor amigo, mientras que se ha incrementado la disponibilidad de los estupefacientes en el mercado nacional.

Medina Mora también notó un repunte en la tendencia del consumo de cocaína, puesto que en México se alcanzan niveles similares a los estudiantes de Estados Unidos y mayor a los de Costa Rica, Honduras, Perú y Paraguay, aunque menos que lo que ocurre en Canadá, Chile, Argentina, Colombia y Uruguay.

La encuesta indica que 1.5% de los estudiantes de secundaria y bachillerato requieren de tratamiento y atención por consumo de drogas.

El grupo presentó cinco “consideraciones” para mejorar las acciones en torno a la política nacional de prevención y control de drogas. Entre ellas, señalaron la necesidad de trabajar más con los niños en el desarrollo de habilidades sociales, fomentar acciones con los padres de familia y maestros, dirigidas a mejorar las prácticas de parentalidad y disciplina, así como promover la integración de equipos de investigación sobre el tema.

Propusieron también integrar a la comunidad en el eje de la prevención, a fin de involucrarla y hacerla parte de la instrumentación de todas estas acciones.

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