“Nadie escarmienta en iniciativa de ley ajena”, pareciera ser la máxima de algunos políticos en relación al control de internet. La tentación de censurar los nuevos medios es mucha y recurrentemente provoca caídas de popularidad, retractaciones, raspones y solicitudes de disculpas de legisladores, gobernadores, e inclusive presidentes.

Uno de los casos más sonados fue la famosa “Ley Antituitera” o “Ley Duarte”, que consistía tan solo en la modificación del artículo 373 del Código Penal del estado de Veracruz para crear el delito de “perturbaciones al orden público”, el cual buscaba castigar a quien difundiera información falsa con la intención de causar miedo o alterar la correcta y normal marcha de la vida cotidiana. Nunca pudo ser usado. El gobernador, ante la gran presión ejercida desde el medio mismo que buscaba controlar, se desistió de la acción penal en algunos muy públicos y publicitados casos. En 2013 la Suprema Corte lo señaló como inconstitucional argumentando que violaba el derecho a la libre expresión. El daño a su imagen y reputación continúa siendo patente, el linchamiento ante cualquier declaración es inmediato, y a veces injustificado.

Entre otros episodios locales encontramos también #EPNvsInternet, cuando el titular del Ejecutivo envió dentro de su propuesta de Ley de Telecomunicaciones —sí, la misma que nos dio el excesivamente cantado beneficio de no pagar largas distancias— algunos
artículos donde se incluían controles a los medios digitales o se obligaba a los concesionarios a inhibir o bloquear algunos servicios a solicitud de la autoridad competente. Nuevamente el activismo digital se volcó a las redes sociales, provocando que se retiraran de la legislación los fragmentos relacionados.

En Venezuela por ejemplo, en febrero de 2010 el desaparecido mandatario Hugo Chávez intentó pasar una ley para el control de internet. Empezaba a confrontarse con la opinión pública, quien impidió que pasara esta ley, cuando Chávez vio la utilidad de la herramienta y decidió abrazarla en lugar de prohibirla. Se convertiría en uno de los mejores usuarios de las redes sociales con fines políticos, para desgracia de muchos y fortuna de muy pocos.

Hace apenas unas semanas el presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, en medio de una crisis política y comunicacional, también cayó en la tentación de sugerir el control de las redes, que han sido su peor pesadilla últimamente. Esto sólo contribuyó en acelerar la caída en su popularidad.

Llegamos así a la semana pasada, cuando el senador hidalguense Omar Fayad, @omarfayad, presentó una propuesta que pretende regular a los casi 54 millones de internautas en México. Con el nombre formal de “Ley Federal para Prevenir y Sancionar los Delitos en Materia Informática” y rebautizada en internet como #LeyFayad o #LeyCiberMordaza, el legislador pretendía imponer sanciones a quien difunda información falsa o información de interés público sin el consentimiento de su dueño, y si este es servidor público, peor. Lo cual podría resultar muy conveniente para los protagonistas recurrentes de videoescándalos.

En más de 100 mil mensajes los usuarios de redes han publicado sus opiniones, casi de manera unánime en desacuerdo con dicha ley, lo que provocó que ayer el senador Fayad, de quien también se rumora aspira a la gubernatura de Hidalgo, ofreciera, por decir lo menos, retirar la ley de la discusión, “quemarla”, después de escuchar atentamente los reclamos de la sociedad civil. Ya subido en el HT #LeyFayad desde su cuenta de Twitter, el senador aclaró los motivos, autoría y disposición para modificar la iniciativa, además de invitar a las mesas de trabajo que arrancan el jueves en el Senado.

Los políticos quieren llevar los viejos métodos de censura a los nuevos medios, no se han dado cuenta que el gran aporte de las nuevas tecnologías a la comunicación política es que diluyen la línea entre opinión pública y opinión publicada. No sólo pierden de vista la imposibilidad técnica de lo que pretenden, sino que en el peor escenario pueden cerrar una valiosa válvula de escape al descontento social, sin activismo de sillón, ¿se atreverán los tuiteros a tomar las calles?, ¿están dispuestos a ceder una herramienta tan valiosa de interacción y participación sólo por no leer insultos y desacuerdos? Presentar esta iniciativa a la par que se celebraba en México la Cumbre Global de la Alianza Para el Gobierno Abierto #OGP15 pareciera una total desconexión de agendas, o falta de comunicación, tal vez es tan simple como que @omarfayad le diera un follow a @AleLagunes.

jram

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