Hasta ahora el presidente estadounidense, Donald Trump, ha sido casi siempre criticado por sus comentarios. Pero esta vez ha desatado la indignación, incluso en su propio partido, precisamente por lo que no ha dicho. Las reacciones han sido tan enconadas que muchos medios hablan ya de una nueva crisis en su presidencia.

La más que tibia reacción de Trump a la escalada de la violencia en la manifestación de extremistas de derecha y supremacistas blancos en Charlottesville, Virginia, ha llamado aún más la atención por el contraste con la fuerza a la que respondió en los últimos días a la crisis norcoreana, en donde amenazó con responder con “furia” e “ira” a las provocaciones.

Algunos esperaban furia e ira de Trump en respuesta al ataque en Virginia, donde un vehículo embistió a manifestantes que protestaban contra un acto de supremacistas blancos.

“Trump balbucea ante una tragedia”, tituló ayer un artículo de opinión el Washington Post, en el que aseguraba que no todo presidente es igual de capaz de unir, consolar y transmitir claridad moral en medio de la confusión cuando una nación atraviesa tiempos difíciles. “Pero ninguno había sido incapaz. Hasta Donald Trump”. Los críticos llevan tiempo acusando al magnate de evasivas a la hora de condenar a la ultraderecha que votó por él y que se ha encontrado una nueva legitimación con su victoria.

Muchos de los supremacistas blancos que salieron a la calle ayer llevaban pancartas del presidente e incluso el antiguo líder del Ku Klux Klan, David Duke, dijo ante las cámaras que ha llegado un “punto de inflexión” para un movimiento que quiere “cumplir las promesas de Donald Trump”.

Lo primero que quedó claro el sábado es lo espantosamente lenta que fue la reacción de Trump.

El gobernador de Virginia, Terry McAulife, ya había declarado el estado de excepción para Charlottesville cuando Trump seguía sin mover un dedo. Cuando finalmente tuiteó, sólo escribió: “Todos nosotros debemos estar unidos y condenar todo lo que suponga odio. No hay lugar para este tipo de violencia en América. Ni rastro de términos como extremistas de derecha o racistas”.

Intentó “retratar la violencia como una plaga crónica más allá de las partes”, señaló The New York Times. Trump condenó el odio “de muchas partes” y no específicamente del extremismo de derechas. El diario recordaba que el magnate, “producto de un enclave de mayoría blanca y pudiente en Queens”, una vez financió un anuncio para exigir la pena de muerte para cinco adolescentes negros, condenados por violar a una mujer blanca, cuya inocencia se probó.

Pero lo que faltó en las declaraciones del presidente quedó bien claro en las reacciones de la web neonazi The Daily Stormer, que celebró ayer que Trump no hubiera dicho prácticamente nada: “Ninguna condena en absoluto”.

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