Lo que era una práctica de beisbol de congresistas republicanos para un partido benéfico estuvo a punto de convertirse en una masacre. A poco de terminar el entrenamiento en una cancha de Alexandria, a menos de 20 minutos del Capitolio, la treintena de legisladores y miembros de sus equipos vieron cómo un hombre se acercaba a ellos con un rifle y un revólver. Y empezó a disparar.

Entre los heridos está el número 3 de los republicanos en la Cámara de Representantes, el congresista por Louisiana Steve Scalise, quien sufrió un disparo en la cadera. La bala “viajó por su pelvis, fracturando huesos, dañando órganos internos y causando una fuerte hemorragia. Fue sometido a cirugía y a un procedimiento adicional para detener la hemorragia. Su condición es crítica y requerirá de más operaciones”, reveló anoche el hospital Washington MedStar, donde es atendido y al cual acudieron anoche el presidente Donald Trump y su esposa para llevarle flores.

También resultaron heridos de bala un trabajador del Congreso, un lobbyista conservador y un policía. Dos personas más tuvieron lesiones fruto del caos generado por la situación.

El agente especial del Buró Federal de Investigaciones (FBI) Tim Slater identificó al asaltante como James Hodgkinson, 66 años y originario de Illinois, miembro activo de grupos antirepublicanos y quien había sido voluntario en la campaña presidencial del senador socialista Bernie Sanders. En su cuenta de Facebook, además de insultos hacia los republicanos (incluido Scalise), hacía llamados a la “destrucción de Trump y compañía.

Sanders se declaró “asqueado” por lo que llamó acción “despreciable” y se desmarcó de su seguidor. “La violencia de cualquier tipo es inaceptable”, dijo.

Todo apunta que Hodgkinson estudió bien sus acciones. Desde hacía un par de meses dormía en una vagoneta blanca en los alrededores de la cancha de beisbol, estudiando las rutinas de los congresistas republicanos. Su fanatismo político, a un nivel en el que es difícil discernir de la enfermedad mental, lo habrían llevado a la acción. Algunos comentaristas de la extrema derecha culparon a los demócratas de la división del país. Los más radicales anunciaron el inicio de una nueva guerra civil.

El atacante murió por “múltiples disparos en el torso”, fruto de la respuesta armada de la escolta que Scalise llevaba consigo por ser un líder importante del Congreso. “Si no llega a ser por eso, hubiera sido una masacre”, aseguró el senador Rand Paul. El congresista Brad Wenstrup, veterano de guerra, dijo no haber visto algo parecido desde sus días en Irak. Los testigos hablan de más de 60 disparos, sin pausa.

Los hechos recordaron el tiroteo que en 2011 sufrió la entonces estrella emergente demócrata Gabrielle Giffords, cuando víctima de un tiroteo que le alcanzó en la cabeza casi acaba con su vida. “Descorazonada”, la ex congresista aseguró que “este tiroteo es un ataque a todos los que sirven y participan en nuestra democracia”.

En una moderada respuesta, Trump llamó a la unidad, lo que le valió el aplauso de ambos bandos políticos. Lo mismo hizo el presidente de la Cámara Baja, Paul Ryan. Sin embargo, brilló por su ausencia el debate sobre el acceso y control de armas en el país. Virginia, el estado limítrofe con la capital de EU y donde se encuentra Alexandria, es un territorio blando para las armas: no hace falta licencia, es fácil adquirir arma sin control de antecedentes y se puede llevar encima por la calle sin problema. Hace un año, Scalise fue uno de los que impidió que una propuesta para controlar la posesión de armas fuera votada en la Cámara Baja.

Los legisladores decidieron ayer que no era el día para tocar ese tema y se centraron en gestos de unidad y bipartidismo. El único que habló del asunto fue el gobernador del estado, Terry McAuliffe, quien recordó que cada día mueren 93 personas por armas de fuego en el país. “Hay demasiadas armas en la calle. Tenemos que debatir este tema, hay que ver cómo reducimos su número”, dijo desde la escena del crimen.

Ayer un comité de la Cámara de Representantes tenía agendada una reunión para facilitar la compra de silenciadores para armas de fuego. Fue aplazada por el tiroteo en Alexandria.

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