Una niña de ocho años y una joven de 18, ambas británicas, han sido las primeras víctimas mortales identificadas del atentado suicida del lunes al finalizar el concierto de Ariana Grande.

La niña Saffie Rose Roussos había asistido al concierto en el Manchester Arena con su madre, Lisa Rou-ssos, y su hermana cuando un terrorista hizo estallar un artefacto de fabricación casera, según han confirmado las autoridades del condado de Lancashire, en el norte de Inglaterra. Tanto Lisa como la hermana de 20 años de Saffie resultaron heridas, según la prensa británica.

El director de la escuela primaria a la que asistía la menor, Chris Upton, la describió como “simplemente una maravillosa niña pequeña”. “La quería todo el mundo. Su calidez y amabilidad se recordarán con cariño. Saffie era callada y modesta, con un toque creativo”, dijo Upton.

La segunda víctima identificada es Georgina Callender, una estudiante de 18 años que asistía al centro de educación superior Runshaw College en Leyland, en el noroeste de Manchester. Callender era una gran fan de Ariana Grande y un día antes del concierto le envió a la cantante un tuit que decía: “TAN EMOCIONADA DE VERTE MAÑANA”. En Instagram había subido una foto de ella con Ariana, tomada en 2015.

Una tercera víctima mortal fue identificada como John Atkinson, de 28 años, proveniente de Bury, Greater Manchester. Por la noche se confirmó la muerte de Olivia Campbell, de 15 años. Los llamados de su madre, Charlotte, para hallarla, conmovieron el lunes, cuando contó que la joven le había escrito al inicio del concierto para agradecerle el dejarla ir.

Entre el drama, también surgieron historias de heroísmo, como las de Stephen Jones y Chris Parker, dos personas que viven en la calle y estaban cerca del Manchester Arena cuando ocurrió la explosión y se acercaron a ayudar.

“Eran niños, muchos niños llenos de sangre que gritaban y lloraban”, dijo Jones a la televisora ITV. “Tuvimos que retirar los clavos de los brazos, inclusive del rostro de una pequeña”, agregó este hombre que vive en la calle desde hace más de un año. “El que sea un sin techo no implica que no tenga corazón”, afirmó.

Parker contó que la fuerza de la explosión lo tumbó al suelo. Cuando se levantó, dijo, “mi instinto me empujó a correr e intentar ayudar. Vi a una niña pequeña... ya no tenía piernas. La envolví con una camiseta y le pregunté: ‘¿Dónde está tu mamá y tu papá?”. La niña respondió que su papá estaba en el trabajo y su madre estaba arriba, en la sala. Luego se acercó a otra mujer. “Ella murió en mis brazos. Tenía unos 60 años y me dijo que había venido con su familia”. relató.

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