Lejos de hacer autocrítica, la Casa Blanca de Donald Trump defendió que el presidente de Estados Unidos compartiera la semana pasada información clasificada con diplomáticos rusos.

Lo hizo siguiendo el patrón que ha usado para intentar salir de todas las crisis: una vez que se desata un escándalo, sale alguna figura de la administración a apagar el primer fuego, sólo para que al día siguiente el propio presidente desmienta a su equipo —por lo general a través de Twitter— y establezca una nueva narrativa. Y siempre con Rusia en el horizonte.

Eso fue justo lo que ocurrió ayer: horas después de que el asesor en seguridad nacional, H.R. McMaster, negara de forma rotunda la veracidad de los reportes según los cuales Trump compartió información durante su reunión con el canciller ruso Serguei Lavrov, hace una semana en la Casa Blanca, el mandatario, vía Twitter, no sólo admitió que los reportes estaban en lo cierto, sino que, incluso, defendió su decisión.

“Como presidente quise compartir con Rusia [información]... lo que tengo el absoluto derecho a hacer”, tuiteó, aclarando que puede compartir “datos” sobre terrorismo y seguridad aérea con quien le plazca.

McMaster fue el que dio la cara ante la prensa para justificar y tratar de explicar que lo que hizo el presidente fue correcto. “Es totalmente apropiado para el presidente compartir cualquier información que crea necesaria para avanzar en la seguridad de la población estadounidense, y es lo que hizo”, sentenció.

De acuerdo con The New York Times y otros medios estadounidenses, la información que proporcionó Trump a Rusia, acerca de planes terroristas del Estado Islámico relacionados con el uso de laptops en aviones, provino de Israel, país que habría pedido a EU ser cuidadoso con los datos de inteligencia a la que tiene acceso Trump.

“Fue una reunión muy exitosa con el ministro de exteriores de Rusia”, se limitó a comentar Trump, tras una breve declaración pública ayer, acompañado de su homólogo turco, Recep Tayyip Erdogan, quien realizó una visita oficial en Washington.

El líder de la minoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer, exhortó a la Casa Blanca a publicar las transcripciones de la reunión Trump-Lavrov.

El escándalo traspasó las fronteras. En Europa, varios diplomáticos y jefes de la inteligencia mostraron su “preocupación” e incluso se plantearon acabar con el intercambio de información sensible con sus contrapartes estadounidenses por la falta de confianza y porque “podría ser un riesgo” para sus fuentes. Sin embargo, la mayoría descartaron por el momento tomar la decisión drástica.

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