El papa Francisco exhortó ayer a los católicos a “derribar todos los muros” y difundir la paz, como parte de su viaje al poblado portugués de Fátima para conmemorar el aniversario número 100 de uno de los eventos más singulares de la Iglesia católica en el siglo XX: las visiones de la Virgen María reportadas por tres niños pastores y los “secretos” que ella les confió.

Miles de peregrinos se colocaron a lo largo de la ruta donde pasaría la caravana de vehículos en la que iba el papa Francisco y arrojaron pétalos de flores, evidencia de que el primer Pontífice latinoamericano de la historia tiene una enorme cantidad de seguidores en este país, de mayoría católica. Se escucharon vítores de “¡viva el Papa!” cuando él ingresó a la plaza principal de Fátima.

“Es una gran emoción porque es la primera vez que él viene aquí, y siempre tenemos la esperanza de que algo pueda mejorar”, dijo Laurindo Pereira, uno de los fieles que estaban en el lugar. “Es la fe. En todo, es acerca de la fe y es algo bello”, dijo.

Medios locales estimaron que unas 400 mil personas se reunieron en el santuario de Fátima, donde el Pontífice canonizará hoy a dos de los tres pastores a los que, según la tradición católica, se les apareció la Virgen de Fátima.

“Este es un viaje especial”, que se enmarca en el centésimo aniversario de la primera aparición de la virgen, ocurrida el 13 de mayo de 1917, explicó el argentino de 80 años a los periodistas que lo acompañaron en el vuelo hasta Portugal.

Francisco pasará menos de 24 horas en Fátima. Espera que el mensaje de paz que reportaron los tres niños pastores hace 100 años, cuando Europa estaba sumida en la angustia de la Primera Guerra Mundial, resuene entre los fieles católicos de la actualidad.

Durante una vigilia nocturna en la capilla construida en el sitio de las apariciones, Francisco inclinó la cabeza en oración ante la estatua de la Virgen de Fátima y dejó una rosa de pétalos dorados en su base, de acuerdo con una tradición en la que los pontífices colocan rosas doradas en santuarios marianos.

En una oración, el jerarca hizo un llamado a todos los fieles católicos: “Seremos peregrinos de todos los caminos. Derribaremos todos los muros y venceremos todas las fronteras, saliendo hacia todas las periferias, revelando la justicia y la paz de Dios”.

En su mensaje, Francisco rechazó la idea de un Dios “justiciero” y la idea de una Virgen María como “una santita a la que se acude para conseguir gracias baratas”.

A los cientos de miles de fieles que llenaron la explanada con sus velas encendidas, el Pontífice les preguntó si creían que la Virgen era “¿una maestra de vida espiritual (...) o más bien una señora inalcanzable?” o si la veían como “¿La bienaventurada porque ha creído o más bien una ‘santita’, a la que se acude para conseguir gracias baratas”.

El 13 de mayo de 1917, los niños pastoreaban ovejas cuando tuvieron la primera de seis visiones de la Virgen María. Dijeron que ella les reveló tres “secretos”: mensajes apocalípticos que preveían la Segunda Guerra Mundial, el infierno, el surgimiento y caída del comunismo y la muerte de un Papa, y les pidió que rezaran por la paz y se alejaran del pecado.

Aunque la Iglesia católica local e incluso los padres de los niños dudaron de la historia contada por ellos, la versión ganó creyentes y al paso del tiempo la Iglesia la aceptó como una aparición auténtica en 1930.

Los hermanos que serán canonizados, Francisco y Jacinta Marto, que tenían nueve y siete años cuando ocurrieron las apariciones, murieron de gripe dos años después. Su prima Lucía dos Santos, de 10 años entonces, se convirtió en la principal narradora de lo sucedido. Dos Santos también está en proceso de beatificación, el primer paso para convertirse en santa. Su proceso comenzó hasta después de su muerte, en 2005.

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