La presión pudo con Donald Trump y, ante el temor de provocar una parálisis del gobierno federal y por tanto acumular una nueva derrota en sus primeros 100 días de gobierno —que se cumplen el sábado—, el mandatario se retractó ayer de su exigencia de incluir una partida presupuestaria para la construcción del muro en la frontera con México.

La medianoche del viernes es el límite para que el Congreso apruebe la apropiación de los fondos para lo que queda de este año fiscal (que termina el 30 de septiembre). La insistencia de Trump a exigir una partida para la barrera física en la frontera rompió el diálogo entre los legisladores, ya que con ese punto los demócratas se enrocaban en una oposición rotunda.

La disposición a “cerrar” el gobierno, si se mantenía la petición de mil 400 millones de dólares para iniciar la construcción del muro este verano, era total entre los progresistas, liderados por el senador Chuck Schumer.

Según el diario Wall Street Journal, todos los legisladores republicanos de estados fronterizos también se oponían.

Dado que los augurios no eran los mejores, en un giro inesperado, el presidente anunció a un grupo de medios conservadores que estaría dispuesto a no exigir dinero para el muro y esperar al inicio del nuevo año fiscal.

El vaivén provocó que la amenaza de parálisis federal se desvaneciera tras un día en el que las posiciones tanto de la Casa Blanca como de los legisladoras hacían presagiar un drama legislativo.

El muro era el principal obstáculo para una negociación sobre la que la Casa Blanca mostraba horas antes su “confianza” en que evitaría el cierre, pese a los demócratas. “El presidente está trabajando duro para mantener el gobierno abierto”, aseguró entonces el secretario del Tesoro, Steve Mnuchin.

Hasta esta semana, el diálogo para llegar a un acuerdo había sido muy fructífero, según fuentes demócratas, ya fuera para un pacto en la distribución de fondos o una mínima prórroga para acabar de atar cabos a los pocos días.

Pero el fin de semana Trump recuperó el muro como prioridad en los presupuestos, y ahí empezó el problema. “Todo iba bien hasta que puso ese palo en las ruedas”, dijo el líder demócrata en el Senado, Chuck Schumer.

“No queremos un cierre, no es una herramienta. Pero queremos que nuestras prioridades tengan fondos”, había amenazado el domingo el director de la Oficina de Presupuesto, Mick Mulvaney. “Sabemos que hay mucha gente en el Capitolio, especialmente del Partido Demócrata, a quienes no gusta el muro, pero perdieron las elecciones y el presidente debería tener la oportunidad de financiar una de sus grandes prioridades”, remató en entrevista con AP.

Al final la presión pudo con la administración Trump, que se vio obligada a acumular una nueva derrota para no cargar con la culpa del cierre del gobierno federal.

La decisión de Trump dejó satisfechos a los demócratas, quienes sin el muro en el presupuesto ven factibles las opciones para lograr un acuerdo y evitar la paralización de gobierno.

“Es bueno para el país que el presidente Trump haya dejado el muro fuera de la mesa (...). Ahora, las negociaciones bipartitas y bicamerales pueden continuar trabajando en las cosas pendientes”, dijo Schumer en un comunicado.

La decisión de retractarse en la petición de fondos para el muro es una nueva decepción para aquellos que esperaban que Trump cumpliera con su promesa de construir la valla en sus primeros 100 días en la Casa Blanca.

Aunque el muro no podrá tener una partida específica en el presupuesto —que el mandatario esperaba que fuera de mil 400 millones de dólares—, el gobierno tiene 20 millones de dólares para iniciar el proyecto. Para continuar deberá esperar el próximo año fiscal, que inicia en octubre. Su construcción tiene estimaciones de presupuesto que van de los 8 mil millones a los 70 mil millones de dólares.

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