Donald Trump volvió a insistir en un axioma que repite una y otra vez: “La inmigración es un privilegio, no un derecho”. Lo había dicho durante la campaña electoral que finalmente lo llevó a la Casa Blanca, y ayer lo repitió ante la canciller alemana, Angela Merkel, defendiendo de nuevo su política férrea contra los que tratan de entrar a Estados Unidos.

De nuevo argumentó asuntos que “sin discusión” están por delante de todo, como la seguridad nacional y protección de la población de aquellos que “buscan esparcir el terrorismo, el extremismo y la violencia dentro de nuestras fronteras”. Decirlo ante Merkel tenía un significado especial: a nadie se le escapa que Alemania, en los dos últimos años, ha acogido a más de un millón de refugiados, la mayoría sirios.

“Tenemos que mirar a los refugiados, dándoles oportunidades para diseñar sus propias vidas”, dijo la canciller. “Creo que la globalización debería estar diseñada en una forma de mente abierta (…) La libertad de movimiento en la Unión Europea, por ejemplo, es un elemento muy importante para nuestro progreso económico de paz, y lo ha sido durante muchas décadas”, añadió.

Trump ha tachado de “catastrófica” la política de apertura de Berlín con los migrantes, que incluso ha ligado a los ataques terroristas. Esgrimiéndose en eso fue que Trump planteó el “veto musulmán”, convertido en dos versiones de decreto que han sufrido sendos reveses en la justicia.

La Casa Blanca apeló ayer el bloqueo que recibió la versión 2.0 del veto a refugiados e inmigrantes de países de mayoría musulmana. Lo hizo ante el juzgado de Maryland, uno de los dos estados que bloqueó la orden ejecutiva antes de que entrara en vigor. De haberlo hecho en el otro estado que le frenó los pies, Hawaii, el caso habría terminado en la Corte del Noveno Circuito que ya paró la primera versión del veto.

Las divergencias entre Trump y Merkel son públicas y notorias, y no sólo se centran en migración. Otro de los temas candentes es el comercio. A pesar de que Trump aseguró no ser “aislacionista”, sino partidario de un “comercio bajo políticas justas”, Merkel respondió con una visión totalmente opuesta con un gesto sutil: nombrar siempre como interlocutor comercial a la Unión Europea y no sólo a su país, Alemania.

El único compromiso que pudo sacar Merkel de la reunión es el apoyo a la OTAN y la defensa de los acuerdos de Minsk en Ucrania.

No sólo se palpó la tensión en las palabras, sino que dio pie a la anécdota de la jornada: en la foto protocolar, Trump se hizo el sueco —o no oyó— la petición de estrechar la mano a Merkel.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses