Para Ricardo Lagos, quien fue presidente de Chile de 2000 a 2006, este es el momento en que América Latina debe alzar la voz y protestar ante la actitud del mandatario de Estados Unidos, Donald Trump, para con México y el resto de la región.

En entrevista telefónica desde Buenos Aires con EL UNIVERSAL, el político chileno, de 78 años, consideró que América Latina y México “tienen mucho qué decir y no sólo Estados Unidos”, ante la construcción de un muro, “porque no es un tema de política doméstica, sino de política internacional”, al tiempo que resaltó la importancia de buscar coincidencias regionales.

Usted habla del muro en tiempo presente y no sólo del tramo que el presidente Donald Trump pretende construir.

—El muro existe: hoy hay mil kilómetros de valla. Que no le quepa duda al presidente Trump de que ese muro que quiere hacer será poroso, como lo es el de hoy.

¿Qué consecuencias traería la construcción del muro?

—Estados Unidos tiene que empezar a medirlas. El candidato Trump y el presidente Trump han sido más o menos parecidos en estos primeros días. Si nosotros, los latinoamericanos, tenemos una actitud firme, va a pensar dos veces lo del muro. Esto es muy grave: nadie tiene derecho a erigir muros y mucho menos a hacérselos pagar al vecino.

¿La presidencia de Trump es un riesgo real para América Latina?

—Lo que es un riesgo para América Latina es vivir en un mundo donde no hay reglas. Hasta ahora, pensábamos que había algunas: por ejemplo, el tema de la guerra y la paz lo resuelve el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, al menos en teoría.

Cuando se dijo: “Vamos a la guerra de Irak”, en 2003, y de casualidad México y Chile estaban en el Consejo de Seguridad, fue el entendimiento de estos dos países el que lideró también a Paquistán y a otras tres naciones africanas. Cuando hay una mínima coordinación latinoamericana, como la que tuvimos con el presidente [Vicente] Fox, la región incide en los aspectos mundiales. Es lamentable que hasta ahora no se hayan reunido para decidir qué vamos a hacer ante esta amenaza de Trump, pero me gustaría pensar que, a lo mejor con el liderazgo del propio presidente Enrique Peña Nieto, que es el afectado, se pueda decir: “Miren, me gustaría escuchar a mis colegas latinoamericanos”.

Creo que él tiene toda la legitimidad para decir: “Estoy sufriendo”. Con ese tipo de situaciones, América Latina debe alzar la voz ante el mundo y protestar. En un mundo global, no es cuestión de indicar “America first”, porque si todos indicamos “China first”, “México first”, “Chile first”, el mundo se hace absolutamente ingobernable.

¿Cree que América Latina puede reinventarse sin una presencia fuerte de Estados Unidos?

—No nos engañemos: aquí lo que se está diciendo es que se hace un muro, “porque no me gustan los vecinos al sur del río Grande”. Y se tiene todo el derecho para decirlo, pero nosotros, los vecinos, debemos ser uno solo y responder. Me parece muy bien que en marzo haya una reunión para ver qué se hace con el TPP (Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica) luego de la salida de Estados Unidos. China e India van a jugar un rol muy importante. Si en materia comercial es posible tener una voz acordada entre los países de la Alianza del Pacífico y los del Mercosur, podríamos ver en qué otros ámbitos podríamos coincidir. El más obvio tiene relación con el muro y se podría hacer una denuncia internacional de que no es posible, a estas alturas del siglo XXI, estar erigiendo muros y no tendiendo puentes.

La canciller argentina Susana Malcorra dijo recientemente que América Latina no se unía en torno a México porque éste no había hecho una petición formal de ayuda. ¿Qué opina de esto?

—Es cierto, a lo mejor se requiere una petición por parte de México, pero también creo que cada uno de nuestros países puede analizar lo que está ocurriendo y ver que se está procediendo con un ataque a México en todos los frentes. El presidente Trump dijo que va a poner un impuesto a las empresas de Estados Unidos que se instalen en México, pero me pregunto si le va a decir lo mismo al primer ministro japonés o al premier coreano, respecto a las empresas japonesas o coreanas que están en México y que exportan a EU.

Hay un país que está siendo acosado y tiene que haber una respuesta más allá de que la pida o no. Cuando se produjo el ataque a las Torres Gemelas, dijimos: “Todos somos neoyorquinos”. Hay momentos en los que se puede pedir ayuda, pero también se puede dar espontáneamente. Lo importante aquí es emitir una opinión: “No, usted no puede tratar así a México”.

¿Qué más puede hacer América Latina ante este escenario?

—El equilibrio en el mundo estará en torno a Estados-continentes o a la capacidad de ciertas regiones de poder hablar con una sola voz, de lo que el ejemplo más claro hasta ahora ha sido la Unión Europea. América Latina está a años luz de poder hablar con una sola voz, pero si no somos capaces de hacerlo, no vamos a pesar y seremos meros espectadores de lo que decidan otros. La Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) se reunió recientemente y, salvo algún discurso, no hubo una palabra sobre lo que Trump está haciendo con respecto a México. Eso me parece muy grave.

Algunos dicen que Trump tiene el estilo de un líder populista latinoamericano, ¿qué opina de eso?

—Es un poco simplista, ¿qué es el populismo? Es creer que cosas que son complejas se pueden resolver de modo simple y sabemos que no es así.

No creo que Trump esté en condiciones de enfrentar con éxito una guerra comercial. Estados Unidos es un socio muy importante a nivel comercial en el mundo, pero si hay algo claro es el rol que crecientemente está jugando China. Por primera vez, el orden mundial de equilibrio de poderes se empieza a romper y por primera vez detrás de un Estado-continente, como Estados Unidos, empieza a emerger otra potencia, otro Estado-continente, que es China. Esto no ha ocurrido nunca antes. Por eso, para ubicarse en ese mundo, América Latina debe unirse.

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