Angela Merkel ya tiene un serio rival en la próxima contienda electoral por ocupar la Cancillería de Alemania. El adversario no es la líder del ultraderechista partido Alianza por Alemania (AfD), Frauke Petry, sino Martin Schulz, quien ha resucitado al Partido Social Demócrata (SPD).

Apenas han pasado unas semanas desde que ascendió como líder del partido y candidato socialista en las elecciones generales previstas en septiembre, y Schulz ya le devolvió la confianza a un partido que parecía resignado a ser el gran perdedor de los próximos comicios.

El “efecto Schulz” ha tenido tal impacto, que las encuestas de opinión han comenzado a quitarle el sueño a la candidata de la Unión Democristiana (CDU), quien aspira a un cuarto mandato como canciller.

Una consulta realizada a finales de enero por el instituto Emnid y publicada por Bild am Sonntag, certificó el impulso inyectado al SPD por el ex presidente del Parlamento Europeo. El partido pasó de 23% a 29% de la preferencia electoral. Si bien, en la punta continúan los partidos hermanos CDU y CSU (Unión Social Cristiana de Baviera), éstos van en retroceso, de 37% a 33%.

Un dato aún más revelador es el divulgado en la encuesta publicada por ARD-Deutschlandtrend. Si los alemanes eligieran a su canciller por sufragio universal directo (como en México) y no por mayoría parlamentaria, el socialista saldría victorioso con 50% frente a 34% de Merkel.

Menos dramática, pero igual de significativa, es la consulta de opinión de Imned, que otorga a Merkel 41% frente a 38% de Schulz.

Nacido el 20 de diciembre de 1955 en Eschweiler, una pequeña localidad cercana a la frontera con Holanda y Bélgica, sabe cómo conectarse con la gente de a pie, pues ha conocido en carne propia lo que es el desempleo, la depresión, el alcoholismo y el aterrador instinto del suicidio.

Pero quizás su mayor talento es hablar sin rodeos sobre los problemas y desafíos de Alemania, Europa y la comunidad internacional.

A diferencia de Merkel, ha calificado de “antiamericanas” las políticas del presidente Donald Trump y ha subrayado que cuando sea canciller le dirá con firmeza: “Esas no son las políticas de Alemania y Europa”.

Librero de profesión, su experiencia política la adquirió fuera de casa. En Alemania solamente ha sido alcalde de Würselen, una localidad de sólo 40 mil habitantes.

El fogueo político lo ha adquirido en la Eurocámara, primero como eurodiputado, a partir de 1994, y posteriormente como presidente (2012-2017); allí enfrentó todo tipo de ataques. Entre los más memorables se encuentra el lanzado por Silvio Berlusconi, entonces primer ministro de Italia, quien le ofreció un papel de “kapò" (en referencia a los presos judíos que actuaban como guardianes de otros detenidos judíos) en una película sobre un campo de concentración.

Otro igual de polémico fue el protagonizado por el eurodiputado británico, Godfrey Bloom, quien en una plenaria le gritó consignas nazi: “Ein Volk, ein Reich, ein Fuehrer” (“Un pueblo, un imperio, un líder”).

“Alemania necesita un nuevo líder”, fue el mensaje que lanzó Schulz cuando reemplazó a Sigmar Gabriel al frente de la fracción socialista.

Para hacerse de la cancillería alemana, Schulz entra en campaña abogando por la justicia social, la redistribución equitativa de la riqueza y mayor inversión pública; tres componentes con los que busca recuperar la confianza de la clase trabajadora y los sectores insatisfechos, así como alinear el apoyo de la izquierda.

Ante el avance del populismo y la xenofobia, y en respuesta al miedo e inseguridad provocado por el terrorismo islámico, recetará mayor integración de las minorías y más Europa.

“Conmigo no habrá ataques a Europa, ni odio a las minorías. Combatiré con firmeza a los populistas, extremistas y enemigos de nuestra democracia”, ha prometido el alemán más influyente en Bruselas.

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