Bruselas.— La última visita del año a Bruselas por parte de la primera ministra de Gran Bretaña, Theresa May, no transcurrió conforme a lo planeado.

La premier británica pretendía cerrar el año inyectando confianza al proceso de salida de su país de la Unión Europea (Brexit). Sin embargo, no sólo no logró trasmitir un mensaje de certidumbre de cara al 2017: hoy más que nunca existen dudas de que el Brexit termine siendo una historia de éxito.

El encargado de torpedear los planes de May fue su embajador ante la Comunidad Europea, Ivan Roger, quien aseguró que el acuerdo con el bloque puede llevar 10 años o incluso ser rechazado durante el proceso de ratificación. El diplomático británico, según la BBC, habría reportado en privado al gobierno de May que los políticos europeos no tienen previsto concluir un acuerdo comercial antes de 2025, lo que implicaría que Londres viva al menos siete años de incertidumbre en lo que define su nuevo estatus con el resto de la Europa rica. También habría expuesto la probabilidad de que el acuerdo no supere el proceso de ratificación, el cual involucraría a los parlamentos de los 27 países miembros.

El cálculo de Roger, quien condujo la renegociación de la membresía británica en la Unión antes del referéndum del 23 de junio en el que 51.9% de los británicos se inclinó a favor de abandonar el bloque, contrasta con los plazos manejados hasta ahora por el gabinete de May. La premier tiene previsto invocar el artículo 50 del Tratado de Lisboa a más tardar en marzo entrante y sellar la separación de su país de la Unión en 2019, conservando los privilegios, como el acceso al mercado único europeo y olvidándose de sus responsabilidades, como la libre circulación de personas.

De acuerdo con el secretario para el Brexit, David Davis, las negociaciones que pondrían fin a 40 años de integración durarían un año y medio, y se requerían de otros seis meses para cumplir con el proceso de aprobación por parte de los líderes europeos, los parlamentos europeos y el congreso británico.

May se negó a hablar sobre el calendario del Brexit durante su participación en la última cumbre del año de la UE. Se limitó a decir que celebraba que sus homólogos hayan dedicado la segunda fase de la ministerial a discutir las líneas de las negociaciones de la salida británica. “Está bien que preparen las negociaciones como nosotros lo estamos haciendo”, sostuvo May, quien abandonó la reunión antes de iniciar la cena de trabajo.

Al concluir la cumbre, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, aseguró que no habrá negociaciones hasta invocar el Artículo 50, el acuerdo reflejará un balance entre derechos y obligaciones, y el Comisario Europeo encargado de Servicios y Mercado Interior, Michel Barnier, será el encargado de conducir las negociaciones por la parte europea. Entre los resultados de la ministerial europea, destaca la prolongación por seis meses más de las sanciones a Rusia por la anexión unilateral de la península de Crimea y su apoyo a los separatistas prorrusos en el este de Ucrania.

También las concesiones otorgadas al gobierno del premier holandés, Mark Rutte, para que el Parlamento naranja apruebe el Acuerdo de Asociación con Ucrania, rechazado el pasado 6 de abril por los holandeses en referéndum. Rutte afirmó que la consulta no fue vinculante, sino una recomendación al gobierno para garantizar que las inquietudes de los votantes se vieran reflejadas en el texto final. Sólo falta el apoyo del parlamento holandés para que el acuerdo entre en vigor.

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