En su libro “Es tu Mundo. Infórmate, inspírate, ¡ponte en marcha!”, Chelsea Clinton, hija del ex mandatario Bill Clinton y de la candidata presidencial demócrata Hillary Clinton, habla, en un lenguaje dirigido a los jóvenes, de los problemas sociales, económicos y ambientales que enfrentan Estados Unidos y el mundo, así como de las acciones que ellos pueden realizar en sus comunidades “para conseguir que al mundo actual y de lo que ellos pueden hacer para sus familias, sus vecinos, sus ciudades y nuestro mundo sean más sanos, seguros e igualitarios”. Aquí, un fragmento del capítulo dos, titulado “32 dólares al día. La pobreza en Estados Unidos”:

En Estados Unidos no hay millones de personas viviendo en barriadas chabolistas en condiciones insalubres, sin agua corriente ni electricidad. Pero sí hay millones de estadounidenses que temen perder sus hogares y quedarse sin un lugar seguro donde criar a sus hijos o vivir sus últimos años. Y son aún más numerosos los millones de estadounidenses que no saben dónde conseguirán su próxima comida. La pobreza en Estados Unidos es tan real como en cualquier otro lugar, y afecta especialmente a los niños. En un estudio reciente, Estados Unidos ocupaba el trigésimo cuarto lugar de treinta y cinco países desarrollados, o ricos, en porcentaje de niños que viven en condiciones de pobreza.

La magnitud de la pobreza existente en Estados Unidos en un momento determinado depende en parte de cuántos puestos de trabajo de calidad y bien remunerados existen, así como de si hay un número suficiente de personas con la formación y la experiencia adecuadas para ocupar esos puestos de trabajo. Y en parte depende también de si la desigualdad entre los estadounidenses más ricos y los más pobres crece —como sucede en 2015— o disminuye, como ocurrió tras la Segunda Guerra Mundial y hasta la década de los años setenta del pasado siglo. La pobreza de hoy es también en parte consecuencia de la pobreza de ayer, de la del año pasado, e incluso de la de la generación o el siglo anteriores.

En Estados Unidos, como en cualquier otro lugar, es necesario entender la historia del país, de nuestras comunidades y también de nuestras familias para poder entender la pobreza. En general, es más probable que los barrios pobres, tanto en las ciudades como en las zonas rurales, hayan sido pobres históricamente, en parte porque nuestros gobiernos locales o estatales no han tenido los recursos (o, en ocasiones, la voluntad) para construir mejores escuelas, mejores carreteras y otras cosas que atraen más empresas y puestos de trabajo —y más dinero— hacia esas zonas. Los niños que nacen en familias pobres tienen una probabilidad mayor de seguir siendo pobres toda su vida. Esto es así en parte porque es más probable que vivan en barrios pobres. Por lo general, los puestos de trabajo que existen en esas zonas están peor remunerados, las escuelas locales suelen ser peores y las tasas de delincuencia normalmente son más elevadas que en los barrios más acomodados.

La historia de racismo y discriminación de nuestro país también nos ayuda a entender por qué los afroamericanos, los indios americanos y los estadounidenses de origen hispano tienen más posibilidades de sufrir la pobreza. Durante generaciones, la discriminación racial fue legal, e incluso se fomentó para evitar que las minorías, en particular los afroamericanos, accediesen a ciertas escuelas y puestos de trabajo. Y aun después de que las leyes cambiasen, los prejuicios persistieron en las actitudes y las costumbres. Como consecuencia, a lo largo del tiempo, los afroamericanos, los indios americanos y los estadounidenses de origen hispano han dispuesto de menos escuelas de calidad, menos puestos de trabajo y menos posibilidades de alojamiento de calidad, lo que ha dificultado que pudiesen salir de la pobreza.

La historia también nos enseña que, si las distintas instituciones —gobierno, empresas, escuelas, grupos religiosos, entidades benéficas y familias— trabajan conjuntamente, podemos ayudar a proteger a millones de personas de los peores estragos que la pobreza provoca en Estados Unidos, como el hambre o la carencia de vivienda. Podemos contribuir asimismo a que millones de personas salgan de la pobreza.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses