¿Podrá la nicaragüense Rosario María Murillo Zambrana confeccionar una tarjeta de presentación que detalle todos los cargos públicos y privados que ocupa en Nicaragua?

Por el lado familiar, es esposa del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, primera dama y madre de nueve hijos: Zoilamérica y Rafael, de su unión con el nicaragüense Jorge Narváez (fallecido), y Carlos Enrique, Daniel Edmundo, Juan Carlos, Laureano, Maurice, Camila y Luciana, de su enlace con el actual mandatario, así como de Anuar Hassán, fallecido y fruto de su relación con el nicaragüense Anuar Hassán. Todos los descendientes vivos llevan los apellidos Ortega Murillo.

Por el costado personal, nació en 1951 en Managua, de 65 años, escritora (poetisa), profesora bilingüe diplomada en Gran Bretaña y Suiza, coleccionista de piezas arqueológicas y promotora cultural y de aproximadamente 1970 a 1977 laboró en el periódico La Prensa, de Managua, como secretaria ejecutiva del periodista nicaragüense Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, asesinado en 1978.

Por el borde judicial, sepultó las acusaciones presentadas por su hija Zoilamérica en 1998 contra Ortega por abuso sexual perpetrado desde 1977 y 1978 y logró que la justicia dictaminara en 2002 que el caso prescribió y lo terminara de enterrar en 2005 para allanarle a él la ruta electoral a la presidencia.

Por el ala estatal, es coordinadora del Consejo de Comunicación y Ciudadanía, vocera presidencial, rectora de la agenda del mandatario, jefa de propaganda y publicidad, directora de prensa gubernamental y supervisora de todas las actividades del poder Ejecutivo y vigilante de las decisiones legislativas, judiciales, electorales, municipales, militares y policiales.

Por el pasado insurgente, ingresó en 1969 al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), fue guerrillera de las letras, vivió en la clandestinidad y usó los seudónimos de guerra Berenice Valdemar, Gabriela y Carolina.

Por el lado político, es candidata a vicepresidenta por el gobernante y ex guerrillero FSLN, en las elecciones de este domingo en las que su marido es aspirante a presidente para una segunda reelección consecutiva (comicios de 2006 y 2011) y un tercer mandato seguido (2007-2012, 2012-2017 y 2017-2021) para completar un cuarto periodo (1985-1990).

Por el flanco de la realidad nicaragüense, Murillo es desde 2007 símbolo del poder omnipresente en Nicaragua, en un afianzado pacto con su esposo, y quedará en la línea directa de sucesión presidencial a partir de 2017, con sus hijos en el control de una cadena de empresas familiares mezcladas con negocios políticos, partidistas y estatales.

Respeto. Cuando EL UNIVERSAL pidió al opositor Pedro Joaquín Chamorro Barrios, el mayor de los cuatro hijos del matrimonio del afamado periodista con la ahora ex presidenta Violeta Barrios (1990—1997), una opinión sobre Murillo, la ex secretaria de su padre, dijo que “le tengo mucho respeto”.

Chamorro, despojado en julio anterior, en una maniobra judicial de Ortega y Murillo para acorralar a la oposición, de su puesto de diputado junto a otros 27 opositores, afirmó que Murillo “es una persona muy humana y en lo personal no la puedo criticar”. Tras recordar que “al fin de cuentas todos sabemos que [ella] es la que está realmente al frente del día al día, conduciendo el destino de este país”, admitió que “sinceramente, yo mismo la habría nombrado candidata a la vicepresidencia”.

De inmediato, sin embargo, clarificó que “lo que pasa es que ella tiene que ver con el grado de institucionalidad en el país”.

Las alertas están encendidas: sin presencia de las principales fuerzas opositoras, las elecciones generales de este domingo son catalogadas por los rivales del matrimonio Ortega Murillo como una farsa que consolidará un aparato dictatorial dinástico.

El oficialismo replica que Nicaragua vive una “democracia verdadera”. Es “la democracia del pueblo”, que se comenzó “a construir hace 10 años, con la llegada al poder del comandante Daniel y la compañera Rosario” y con el “contundente mandato” de 2011 que será “ratificado” el próximo domingo, escribió el nicaragüense Juan Maltés, defensor de la pareja en las páginas de opinión de los medios digitales oficialistas.

Acentuado. Al recordársele que en 2007, en una entrevista con EL UNIVERSAL, afirmó que aunque ignoraba si Murillo era la mujer que más influía a Ortega podía asegurar que ya en ese momento era la persona con más poder detrás del presidente, la ex comandante guerrillera Dora María Téllez respondió que “ahora todo está mucho más acentuado, completamente”.

A una nueva consulta de este diario, Téllez, del opositor y disidente Movimiento Renovador Sandinista (MRS) y que, molesta por el poder vertical impuesto por el “orteguismo”, se salió del FSLN en 1995, alegó que “no creo que ella sea la que mande, pero ella comanda. Es decir, manda con él. El poder del ‘orteguismo’ ya no está agravado: ahora es una dictadura, claramente ya es una dictadura dinástica de estilo monárquico”.

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