A poco más de una semana para las elecciones, ayer estalló la que puede ser la “sorpresa de octubre” que las elecciones en Estados Unidos esperan: el Buró Federal de Investigaciones (FBI) anunció que revisará unos correos electrónicos que podrían estar relacionados con el escándalo del uso de un servidor privado de Hillary Clinton cuando era secretaria de Estado.

La resurrección de un caso que se suponía cerrado prevé un revés para la marcha triunfal hacia la Casa Blanca que se prometía la candidata demócrata, y da un nuevo aire a su rival republicano, Donald Trump.

Sin previo aviso y de forma inesperada, el director del FBI, James Comey, mandó ayer una carta al Congreso indicando que, “a colación de un caso no relacionado, el FBI ha tenido conocimiento de la existencia de mensajes de correo electrónico que parecen ser pertinentes a la investigación” sobre el servidor privado.

Comey indicó que, tras ser informado por su equipo, determinó que era pertinente “revisar” los mensajes para determinar si existía información clasificada, un proceso sin tiempo de resolución ni impacto determinados.

Pero el formalismo de avisar al Congreso de los pasos en la investigación —un Congreso al que acudió y ante el que declaró bajo juramento en verano— se convirtió en una bomba. Horas después se supo, para añadir más leña al fuego, que el caso “no relacionado” es la investigación que el FBI está realizando al ex congresista demócrata Anthony Weiner por enviar mensajes de texto de alto contenido sexual a una menor. Weiner es el esposo —en proceso de separación— de Huma Abedin, la mano derecha de Clinton.

La duda está en cómo esta noticia afectará a las presidenciales. Más de 13 millones de votos ya se han emitido, pero faltan 10 días para las elecciones. Un sondeo previo realizado por Associated Press indicaba que 52% de los estadounidenses creía que Clinton rompió la ley con su servidor privado y 40% que lo hizo intencionadamente.

Las dudas sobre la confianza en Clinton se ampliaron cuando a principios de 2015 surgió la noticia de que había usado un servidor privado durante su tiempo como jefa de la diplomacia de EU.

La entrega de 55 mil páginas de correos electrónicos no ayudó a limpiar la imagen, ya que se descubrió el trato indebido de información y la eliminación de miles de correos. Sin embargo, en julio el FBI la exoneró de toda culpa.

“Es imperativo que el FBI explique este caso en cuestión, cualquiera que sea, sin más dilación”, dijo a la prensa Clinton, para después retar al Buró a que difunda “de forma total y completa los datos” e información que tiene, ya que “el pueblo estadounidense merece saber”. Su jefe de campaña, John Podesta, hizo la misma petición.

En cambio, Trump dijo que “es un gran anuncio. Quizá finalmente se haga justicia”. La Bolsa de Nueva York no lo vio con tan buenos ojos, y cayó en picada minutos después de conocerse la noticia, arrastrando el valor del peso mexicano.

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