Todavía faltan 13 días para las elecciones, pero la candidata demócrata a la presidencia de Estados Unidos, Hillary Clinton, ya tiene algo que celebrar: hoy cumple 69 años. Pasará el día en Florida, lejos de su familia y entre miles de estadounidenses a los que pedir un favor: que en las menos de dos semanas que faltan hasta el 8 de noviembre voten por ella y la conviertan en la primera mujer presidenta del país.

En el umbral de los setenta, Hillary llama a la puerta del Despacho Oval de forma cada vez más insistente. A medida que su ventaja en las encuestas se consolida —las opciones de que sea la vencedora están en el 86%, según la media de RealClearPolitics—, la demócrata va perfilando cómo sería su presidencia; mientras, los estadounidenses tratan de conocer y descifrar a esa mujer que lleva tres décadas en el servicio público, pero que es ahora cuando está llamada a hacer historia.

No es banal, en el ciclo electoral actual, el cumpleaños de Clinton. Si gana, Hillary será la segunda persona de más edad en entrar por primera vez en el Despacho Oval, sólo por detrás de Ronald Reagan, elegido en 1981 con 69 años y 349 días. La preocupación por la edad y la salud fue uno de los principales temas de campaña, amplificado por errores de la demócrata que auparon las dudas sobre su candidatura.

La ocultación de una neumonía a mediados de septiembre, un error grave no forzado por su rival, pareció resolverse con la presentación de un informe médico completo.

Sin embargo, tras el suceso quedó la impresión de que el peor rival de Clinton, en un ciclo electoral en el que debería arrasar a pesar de su bajísima popularidad, es ella misma.

En ese sentido Elle Fitzpatrick, historiadora política en la Universidad de New Hampshire y autora del libro recientemente publicado The Highest Glass Ceiling: Women's Quest for the American Presidency (El techo de cristal más alto: la cruzada de las mujeres hacia la presidencia estadounidense), dejó entrever a EL UNIVERSAL que todas las virtudes de Clinton son también los puntos débiles para sus críticos, lo que potencia esa sensación de que el enemigo está en casa.

Para la experta, Clinton es una candidata “muy atractiva para aquellos que la apoyan” especialmente por todo su bagaje y experiencia algo que, en caso de ganar las elecciones, llevaría “un conjunto inusual de experiencias” a la Casa Blanca. Pero, “irónicamente”, ese es uno de los puntos más criticados por los republicanos.

“La han embadurnado con lo que los críticos consideran errores, [y lo unen a] los escándalos de la administración de su marido y el mandato del presidente Obama en el cargo”, explicó Fitzpatrick.

La experiencia de la demócrata en el servicio público, casi tres décadas, es algo muy positivo para sus seguidores, pero precisamente el aspecto más “negativo” y ejemplo claro del “conocedor de Washington” que quieren evitar aquellos que exigen un cambio.

Su bagaje ambivalente también incluye sus mayores escándalos: el atentado en Bengasi y el mal uso del correo electrónico forman parte de su periodo como secretaria de Estado, el último cargo desempeñado y elemento fundamental de su conocimiento de las relaciones internacionales; antes había sido primera dama de Arkansas y de Estados Unidos, así como senadora por el estado de Nueva York.

Sobre el doble filo de todo lo que rodea Clinton escribía en The New York Times de este fin de semana el columnista Ross Douthat.

De acuerdo con el analista, Clinton representa el “voto seguro” ante el “peligro” que representa su rival Trump; pero eso, al mismo tiempo, es un “peligro” porque su personalidad “pragmática” es la misma que ha dominado los poderes fácticos en los últimos años y que han llevado a EU a iniciar guerras como las de Irak o caer en una grave crisis financiera como la de 2008; y, por tanto, evade a los votantes más radicales que exigen un cambio en la forma de llevar el país.

Sobreponiéndose a su dualidad, Clinton está destinada a ser la presidenta número 45 del país. Llegar a la situación en la que está ahora no le ha sido fácil. Tras unas primarias más duras de las previstas, superar obstáculos y acusaciones de todo tipo, y romper por fin “el techo de cristal” convirtiéndose en la primera mujer nominada a la presidencia por un gran partido, Clinton se alista para conseguir aquello por lo que hace tiempo que anhela, y no es precisamente cumplir años.

Nadie ha anunciado que tenga preparado un regalo especial para Clinton en el día de hoy. De hecho, lo más probable es que lo espere para dentro de 13 días en forma de millones de votos que se conviertan de forma mágica en una llave: la de la Casa Blanca.

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