Puerto Príncipe.— El canciller de Haití, Pierrot Délienne, asegura que es tal la devastación por Matthew que no se puede calcular el tiempo en que podrían reparar las miles de casas, edificios, iglesias, escuelas y toda la infraestructura de la zona sur del país. Hasta este momento, 120 mil familias son las afectadas, pero la cifra crece cada día, ante los casos de cólera y otras enfermedades.

Hay comunidades que quedaron desérticas, pues Matthew se llevó casas, árboles, palmeras y derribó cualquier tipo de estructura. Sin duda, las toneladas de escombro no serán retiradas en un corto plazo.

“Se va a tomar tiempo, porque estamos comprando techos para todos, imagina 120 mil familias afectadas, sin casas. Es muy duro para esa gente que se quedó sin nada. De un día para otro se quedaron sin hogar, sin cosas para sobrevivir, es muy difícil porque fue la sorpresa. El presidente fue un día después a recorrer las zonas afectadas, y vio cómo vive su pueblo, por esa razón calificó la situación como apocalíptica”, dice.

En entrevista con EL UNIVERSAL, el funcionario hace un recuento de los daños. Detalla que la zona devastada es una región agrícola que perdió 95% de su producción en plantíos de aguacate, café, arroz, maíz, plátano y otros, que abastecían a todo el país. No se descarta, ni mucho menos, una hambruna en la isla a consecuencia del daño en el campo. Ante eso, lanzó un llamado para que se apoye con semillas a la población.

“Es una zona de agricultura y la gente perdió 95% de su producción. El Ministerio de Agricultura está trabajando para dar semillas a todos los afectados, en especial productos que crecen sólo en tres meses, para que haya posibilidad de tener algo de producción”, declaró.

Debido a los fuertes vientos que imprimió en la isla, el huracán derrumbó 75% de los árboles. A cada paso que se avanza por la costera y las montañas es visible la destrucción en las comunidades, donde árboles fueron arrancados de raíz, partidos a la mitad y arrojados hacia los hogares por las ráfagas de Matthew.

En total, 17 ciudades importantes de la región sur quedaron hechas añicos, sus habitantes lo perdieron todo, pues una gran parte tenía casas de madera y techos de zinc que no resistieron el embate del ciclón.

En suma, Délienne detalla afectaciones de carreteras, infraestructura, agricultura, agua, salud y un largo etcétera. Ante esto, el gobierno de Haití asegura que hay un presupuesto nacional que puede llegar a los 20 millones de dólares si es que otras naciones cooperan ante la desgracia que padecen miles de haitianos.

“Cada año tenemos mal tiempo de huracán. Hay presupuesto nacional para eso, estamos trabajando cada día para poner más y más dinero para apoyar a la gente. Los dos primeros días estaba como en 500 mil dólares el presupuesto. Pero es entre 20 y 25 millones del apoyo del gobierno”, sostuvo.

“Hay veces que se puede decir que hay personas que el mal de uno es su negocio. Nosotros es la razón que ahora es diferente a lo del terremoto, ahora es el gobierno que está encargado para dar comida y todo a la gente; nuestro servicio de protección civil es el que da la comida”, detalló.

Las localidades más alejadas, como Tiburón, tienen graves problemas de abastecimiento de comida, agua potable y medicinas, ya que por tierra la ayuda es imposible ante el colapso de los caminos. Hasta esa región de 30 mil habitantes, conocida como la península de Tiburón, únicamente se puede abastecer a través de aire y mar. Incluso, el canciller reconoció que fue la última ciudad en ser auxiliada por los servicios humanitarios que se enfrentaron a un acceso difícil a la región.

“Hoy, en el mundo, hay una solidaridad muy fuerte con Haití”, asegura el canciller, quien enumera los países que se han sumado al apoyo tras el huracán: República Dominicana, Colombia, Panamá, Estados Unidos, Canadá, Francia, Holanda, Venezuela.

Todos los días son de arduo movimiento en la zona sur. Helicópteros del gobierno, de Colombia y de Estados Unidos sobrevuelan desde Puerto Príncipe hasta las regiones afectadas entregando víveres. Por mar también la ayuda llega a cuentagotas, mientras que obras públicas con apoyo de compañías privadas trabajan en la reconstrucción de caminos y puentes destruidos.

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