Si el humor es un rasgo de inteligencia, el aspirante republicano Donald Trump sembró algunas dudas al respecto.

Durante una cena de gala en el hotel Waldorf Astoria de Nueva York en un encuentro de caridad que se monta antes de cada elección, como una oportunidad extraordinaria para que los aspirantes hagan las paces, se rían de sí mismos y, de paso, se colecte dinero para obras de bien. Una suerte de tregua en la batalla entre personas civilizadas. Una oportunidad para mostrar apertura y cintura diplomática.

Sin embargo, y para desesperación de los anfitriones -entre ellos, el cardenal primado Timothy Dollan-, por momentos la comparecencia de Hillary Clinton y Donald Trump derivó en duros cruces, con más carga de castigo que de humor, e incomodó a muchos.

"Estuve sentado en el lugar más frío del planeta", ironizó luego Dollan, que pasó la velada sentado en una silla, con Clinton de un lado y Trump del otro. Casi una bisagra entre dos mundos.

Ambos invitados no se dirigieron la palabra en toda la noche y sólo se dieron un apretón de manos al final.

Con todo, los comensales, que pagaron fortunas por estar allí, querían escuchar risas y las tuvieronal escuchar las bromas preparadas por guionistas y aprobadas personalmente por cada candidato.

Trump inició las participaciones y empezó bien, sinembargo uno de sus mejores chistes fue un golpe bajo para su esposa, Melania. El magnate protestó contra la "falta de objetividad" de los medios en su contra y de la conspiración que lo castiga.

"Miren si no lo que ocurre con las primeras damas. Michelle Obama da un discurso y todo el mundo dice que es fantástico, Melania Trump da el mismo, pero el mismo discurso, y... ¡todo el mundo le cae encima! No lo entiendo..., no lo entiendo", dijo.

El auditorio estalló en carcajadas, a excepción de Melania Trump que esbozó una sonrisa. Con esa broma el magnate había aludido al plagio que hizo del discurso de Michelle durante la convención republicana.

Muchos consideraron poco elegante que su mejor chiste haya sido a costa de su esposa.

Hubo más risas y, luego, llegaron los abucheos, las caras de asombro y las expresiones de incomodidad. "¡Que se calle!", llegó a gritar alguien.

Fue cuando, en medio de las bromas que ensayaba, Trump insistió con que Clinton es "corrupta", que miente y engaña todo el tiempo, reproches que han sido y son su latiguillo de campaña.

"Hillary cree que es vital engañar a la gente teniendo una política pública y una política totalmente diferente en privado", dijo ante un creciente desagrado de los asistentes. "Aquí está, esta noche, en público, fingiendo que no odia a los católicos", soltó.

Al oír eso, un comensal que estaba a su espalda abrió los ojos como platos y quedó lívido. El murmullo de desagrado subió al tono de silbido y abucheo. Fue uno de los peores momentos.

"Es tan corrupta Hillary que la echaron de la Comisión Watergate", señaló luego. "Imagínense lo corrupta que hay que ser para que te echen de allí", insistió, en alusión a la comisión que investigó el caso de corrupción que terminó con la presidencia de Richard Nixon. Si quiso ser un giro gracioso, no lo fue.

Bajó del atrio y, para no saludarlo, Hillary se lanzó en ese preciso momento a un cuchicheo urgente con el cardenal Dollan. Trump pasó a su espalda, como un extraño, y sólo recibió el saludo del prelado.

Llegó el turno de la candidata, que arrancó reconociendo lo que todo el mundo dice de ella: que no tiene sentido del humor. "No es cierto. Hay gente que dice que soy divertida en las fiestas. He ido a tres", soltó.

Atacó a su contrincante al explicar por qué Trump no usa teleprompter. "Lo que ocurre es que traduce directamente del ruso, y eso es difícil", sostuvo, en alusión a la declarada admiración del republicano por el presidente de Rusia, Vladimir Putin.

Lo censuró más abiertamente luego por su destrato a las mujeres al hablar luego de la Estatua de la Libertad.

Para la mayoría de las personas es un símbolo de esperanza y una bienvenida a lo s inmigrantes. En cambio, el candidato republicano le daría un "cuatro" en su escala de mujer atractiva, "quizás un cinco, si deja la antorcha y la tabla y se hace un nuevo peinado", ironizó. Fue una de sus bromas más celebradas.

Ayer ambos retomaron sus campañas. La risa -sincera o nerviosa, según los casos- quedó atrás.

msl

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