Washington.— Llegó la hora de la verdad. Hillary Clinton y Donald Trump se verán hoy las caras por primera vez en un estudio de televisión, uno de los momentos más esperados del último año en Estados Unidos. Tres de cada cuatro ciudadanos asegura estar interesado en el primer debate presidencial, mientras que la audiencia estimada es de cerca de 100 millones de espectadores, más que cualquier evento deportivo.

El primer cara a cara se realizará en la Universidad de Hofstra, en Nueva York, comenzará a las 21:00 horas (tiempo del este de EU) y será moderado por Lester Holt, periodista de la NBC.

La expectación es máxima. “Espero fuegos artificiales”, dice Allan Louden, experto de la Wake Forest University. El clima actual que vive el país, junto a la imprevisible personalidad del magnate republicano, hacen imposible saber qué va a suceder.

“Además, como se transmite en vivo, nunca sigue un guión”, añade Alan Schroeder, autor del libro Presidential Debates: Risky Business on the Campaign Trail.  El objetivo de los abanderados es hacer que la dinámica de las elecciones, con encuestas más o menos apretadas, les favorezca.

Ben Voth, de la Southern Methodist University, dice: “Los primeros debates ponen en marcha la comparación entre dos opiniones que hasta entonces sólo se han deducido. [Los candidatos] hablarán directamente a su contrario, los votantes estarán curiosos por la interacción y dibujarán conclusiones sobre su temperamento”.

La principal clave del primer encuentro será la percepción de la audiencia sobre dos personas totalmente opuestas. “Ambos deben presentar su personalidad más presidencial para dejar a la audiencia pensando si realmente podrían ser mandatarios”, resume Voth. Para Aaron Kall, director de debate de la Universidad de Michigan, el encuentro es una oportunidad para persuadir a los indecisos.

Según Kall, editor del libro Debating The Donald, el republicano tiene que “mostrarse a los votantes escépticos como un presidente plausible”.

“Deberá proyectar su lado más maduro y serio. No estoy seguro de que eso sea posible”, contrapone Schroeder.  Clinton, como detalla Tammy Vigil, analista de la Boston University, tiene que demostrar “su competencia” para el puesto, aunque también “algo de personalidad”.

“Sólo debe decir aquello en lo que realmente cree”, apunta Louden, especialmente si quiere modificar la percepción de desconfianza que sobrevuela su figura.

Sin embargo, todos los expertos concuerdan en que los debates pocas veces influyen en lo que sucede en noviembre. “Siempre son relevantes, pero no siempre impactan en el voto real”, explica Vigil. Según Louden, sólo sirven para “verificar o contravenir” lo que se sabe de los candidatos; sin embargo, como apunta Voth, es una gran oportunidad para hablar a la gente que quizá nunca más entrará en el proceso político. En cambio, su papel mediático se prevé fundamental, puesto que “establecerá la narrativa” del futuro de la campaña.

No asistirá presunta amante de Bill. Entretanto, Mike Pence, compañero de fórmula electoral de Trump, dijo ayer que Gennifer Flowers no asistirá al debate. Trump había dicho que si Mark Cuban —frecuente crítico del republicano— asistía al encuentro, él colocaría en la audiencia a Flowers, presuntamente ex amante de Bill Clinton, esposo de la candidata demócrata.

Con información de agencias

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