Río de Janeiro.— Los investigadores brasileños acusaron formalmente ayer al ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva de lavado de dinero y corrupción, llamándolo el “comandante en jefe” de una red de sobornos a gran escala que pende sobre la nación más grande de Latinoamérica.

Aunque se esperaba la formulación de cargos contra Lula, luego de que la policía los recomendara el mes pasado, sorprende la caracterización de su papel en la red de sobornos en la paraestatal petrolera Petrobras.

La investigación conocida como “Lava Jato”, o “Autolavado”, ha llevado al encarcelamiento de decenas de empresarios y altos políticos durante los últimos dos años. Aunque Lula, quien fue presidente entre 2003 y 2010, ha sido indiciado desde hace tiempo, la fiscalía no lo había acusado, hasta antes de ayer, como algo más que un beneficiario.

Lula era “el comandante en jefe de la red de corrupción identificada como ‘Autolavado’”, dijo Deltan Dallagnol, fiscal jefe de la fuerza investigadora, en una conferencia de prensa realizada en la ciudad de Curitiba. “No estamos juzgando quién es o era Lula como persona, sino lo que le hizo o le dejó de hacer al pueblo”, comentó Dallagnol.

El fiscal presentó diagramas que pretendían demostrar la conexión de Lula con varios de los protagonistas en la red de corrupción que se extiende a más de una década. Señaló que los investigadores podrían demostrar que el ex mandatario se reunió en momentos clave con las personas involucradas en el contubernio, tales como Marcelo Odebrecht, el ex presidente de la gigante constructora Odebrecht, quien ya está encarcelado.

El abogado de Lula, Cristiano Zanin Martins, criticó a Dallagnol al señalar que se ha mostrado incapaz de realizar su trabajo. “Su comportamiento político es incompatible con el papel de fiscal federal”, aseguró Martins. Los abogados del ex mandatario afirmaron que la acusación no es más que un “deplorable espectáculo de verborragia” en el que no fue presentada ninguna prueba contra su cliente.

El propio Lula, vía Twitter, afirmó que los cargos en su contra “tienen motivación política”, carecen de respaldo y son “una farsa”.

Por su parte, la ex mandataria Dilma Rousseff tildó de “lamentable” la denuncia contra su padrino político. “Es evidente que esta denuncia atiende a los objetivos de aquellos que pretenden impedir su candidatura [de Lula] en 2018”, señaló vía Twitter.

Con su afirmación, Rousseff, destituida el pasado 31 de agosto acusada de maniobras fiscales, respaldó las declaraciones hechas por los abogados del ex presidente quienes, tras conocerse la decisión de la fiscalía, subrayaron que la denuncia responde a una “intención real” de apartar a su cliente de la carrera electoral en los próximos comicios presidenciales.

Pese a la letanía de acusaciones en contra de Lula, sólo se presentaron dos cargos: lavado de dinero y corrupción. Él, su esposa y otras cinco personas fueron acusadas de beneficiarse de manera ilegal de las renovaciones en un apartamento frente a la playa en la ciudad de Guaruja, en el estado de Sao Paulo. Las mejorías, con un valor aproximado de 750 mil dólares, fueron realizadas por la compañía constructora OAS, una de las relacionadas a la red de corrupción que emana de Petrobras. La fiscalía también cree que Lula se benefició de que OAS pagara el alquiler de una bodega en la que almacenaba los regalos simbólicos que recibió durante su mandato. El ex mandatario niega que el departamento sea suyo.

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