Cuando Pablo Iglesias dijo que la meta del partido español Podemos era La Moncloa tras ganar cinco eurodiputados en las elecciones europeas de mayo de 2014, pocos dieron importancia a lo que llamaron fanfarronada. La hilaridad cundió en el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) al oírle decir que contaría con buena parte de sus votantes, aquellos que entendían su apoyo como un voto útil por el cambio.

Dos años después, las sonrisas se volvieron miedo y el PSOE se defiende de Podemos como gato panza arriba: con zarpazos al aire, confiando en que un golpe de suerte lo zafe de quien lo ha acorralado en el ataque.

“Podemos quiere aniquilar al PSOE”, se dice en la formación centenaria, que desde los años 80 se ha alternado en el poder con el conservador Partido Popular (PP) de Mariano Rajoy.

La batalla fraticida en la izquierda es la protagonista de las elecciones de este domingo en España. Podemos e Iglesias, su líder, van camino de ocupar el espacio electoral del PSOE, un partido que, junto con su dirigente, Pedro Sánchez, se juega en las urnas su supervivencia. Si el PSOE queda tercero, la disyuntiva será terrible: permitir un gobierno del PP, que encabeza las encuestas, o aupar a Iglesias al Ejecutivo. Cualquiera de las dos opciones generaría una fuga de apoyos en un partido que lleva desde 2011 en caída libre y acabaría políticamente con Sánchez.

El PSOE, advierte el politólogo Pablo Simón, profesor de la Universidad Carlos III y editor de la publicación especializada Politikon, “puede convertirse en un partido sin capacidad para encabezar una coalición alternativa”.

Podemos aglutinó la irritación ciudadana contra los políticos que se hizo visible durante el movimiento de los indignados, o 15-M, en 2011. Y mientras el PSOE se desangraba en batallas internas y caía en la crisis de identidad de la socialdemocracia europea, Iglesias se mantuvo firme en su estrategia.

De la extrema izquierda en la que se situaban algunos de los líderes, Podemos caminó en su discurso hacia la transversalidad y de ahí, a la proclamación de una socialdemocracia revisada. El golpe de gracia puede llegar con la maniobra de Iglesias de aglutinar en la coalición Unidos Podemos a toda la izquierda a la izquierda del PSOE, esa que los socialistas casi olvidaron.

Hasta que no se abran las urnas el domingo por la noche no se sabrá si Podemos supera al PSOE, pero por lo pronto, el partido de Iglesias logró imponer el relato de que así es.

En este contexto, ayer se revelaron unas grabaciones del ministro español del Interior, Jorge Fernández-Díaz, del PP, que demostrarían que hubo en 2014, previo al referéndum de autodeterminación de Cataluña, una conspiración contra el independentismo catalán. Iglesias exigió la renuncia de Díaz, mientras que Rajoy calificó la filtración de la grabación de maniobra electoral.

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