Dando un sorbo de agua filtrada de la ciudad para mostrar que de nuevo se puede beber, el presidente Barack Obama prometió el miércoles presionar a líderes de todos los niveles del gobierno hasta que cada gota de agua que fluya a los hogares de Flint, Michigan, sea segura.

Garantizó a los residentes que las envejecidas tuberías que contaminaron el agua con plomo serán reemplazadas, pero advirtió que el proyecto tomará tiempo.

"No va a suceder de la noche a la mañana, pero tenemos que empezar", dijo Obama ante cientos de personas que se reunieron en las instalaciones de una escuela secundaria. Obama habló después de haber sido informado sobre la respuesta federal a la contaminación del agua y tras reunirse en privado con nueve residentes.

Obama aseguró que comprende por qué la gente está asustada, enfadada y decepcionada. Añadió que lo sucedido en Flint fue un desastre causado por el hombre que no tuvo que pasar. Pero dijo que sucedió, y todos ahora deben trabajar juntos para corregirlo.

"Los apoyo", subrayó Obama. "No descansaré y me aseguraré de que los líderes de todos los niveles del gobierno no descansen hasta que cada gota de agua que fluya a sus hogares sea segura para beber, para cocinar, para darse una ducha".

Afirmó que el brindar agua segura de beber es una responsabilidad básica del gobierno.

Tras toser varias veces durante sus declaraciones, Obama pidió agua y la bebió. También bebió agua de la ciudad después de recibir un largo informe sobre la crisis, la cual obligó a los residentes a pasar meses bebiendo, cocinando y bañándose con agua embotellada.

Obama declaró un estado de emergencia en Flint a mediados de enero y ordenó ayuda federal para complementar la respuesta estatal y municipal. Sin embargo, para entonces la crisis se hallaba en su máximo punto.

Pasaron varios meses antes de que la nación prestara atención a la grave situación de la ciudad, lo que generó preguntas sobre si factores como la raza y la pobreza influyeron en las decisiones que llevaron a suministrar agua contaminada y en la lenta respuesta de parte de las autoridades.

Más de 40% de los residentes de Flint viven bajo la línea de pobreza y más de la mitad son de raza negra.

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