Cientos de fieles chiítas seguidores del líder Muqtada al-Sader irrumpieron ayer en la protegida Zona Verde de Bagdad y asaltaron el Parlamento, en el marco de una protesta para exigir reformas políticas al gobierno del premier Haidar al-Abadi.

Imágenes de televisión mostraron cómo cientos de personas gritaban al unísono y blandían banderas iraquíes en el edificio del Congreso. Entraron en una sala de sesiones poco después de que se pospusiera la sesión para votar un nuevo gobierno integrado por tecnócratas propuesto por el primer ministro.

En el área se declaró el estado de emergencia. Además, las autoridades cerraron todas las carreteras a Bagdad para evitar que manifestantes de todo el país se unieran a la protesta en la capital, informó la policía.

Se incrementó la seguridad alrededor del banco central en la capital, pero la fuerza de comandos antiterrorista no fue llamada. Saba al-Numan, portavoz de los comandos, advirtió que sus fuerzas están dispuestas a entrar en acción “para proteger la legitimidad del gobierno”.

Los manifestantes siguieron la llamada de Al-Sader, quien, en un discurso televisado, instó a sus fieles a rechazar al gabinete de Al-Abadi. “No participaremos en un proceso en el que haya algún tipo de cuota de partidos políticos, aunque se le llamara tecnócrata. No se lo permitiré, si el pueblo me ayuda”, dijo. Miles de chiítas se concentraron afuera de la Zona Verde.

Desde hace meses Irak está inmerso en una tormenta política por las reformas que ha prometido el primer ministro Al-Abadi.

Los defensores de la reforma quieren derrocar al sistema clientelista y proporcional de reparto de poder que se considera el principal causante de la extendida corrupción en el país. El martes, la cámara aprobó la ocupación de varios puestos ministeriales por tecnócratas, pero la votación sobre algunas carteras clave aún no se ha producido. Al-Abadi está bajo la presión de varios partidos que quieren mantener su influencia.

Al mismo tiempo, el conflicto está obstaculizando la lucha contra el Estado Islámico (EI), que sigue controlando un amplio territorio en el norte y oeste del país.

Al-Sader se dio a conocer tras el derrocamiento de Saddam Hussein en 2003 por las luchas violentas de su ejército del Mahdi contra las tropas estadounidenses en Irak. En los últimos meses se ha convertido en uno de los líderes del movimiento de protesta, exige reformas y está en contra de los políticos tradicionales, a los que acusa de “corruptos”.

El clérigo instó a sus seguidores a no destrozar los bienes públicos y privados ni atacar las sedes diplomáticas de países extranjeros. “Quemen la bandera de la ocupación [de Estados Unidos], pero no ataquen las embajadas”, señaló.

Niegan uso de armas. El Ministerio del Interior desmintió que haya utilizado armas u otros medios para dispersar a los inconformes, aunque algunos medios afirmaron que se lanzaron gases lacrimógenos. El organismo indicó que las fuerzas de seguridad protegerán a todas las misiones diplomáticas.

El presidente iraquí, Fuad Masum, instó a los manifestantes a “mantener la tranquilidad”. Además, mostró su apoyo a la formación de un gobierno alejado del sectarismo.

Tras la suspensión de la votación del nuevo Ejecutivo, está previsto que se vuelva a organizar otra la próxima semana, en la que se deberá ofrecer o no la confianza a una gran parte de los ministros de la lista propuesta.

En tanto, al menos 24 personas murieron en un ataque con un coche-bomba reivindicado por el EI en Bagdad. La bomba estalló cerca de un mercado, en el barrio de Nahrawan, en el sureste de la ciudad. Según la policía, resultaron heridas 33 personas, entre ellas tres agentes.

Google News

Noticias según tus intereses