El asesinato, ayer, de la líder indígena hondureña Berta Cáceres generó el repudio de activistas, organismos humanitarios y gobiernos, así como reclamos de justicia y críticas a las autoridades de Honduras, que han asegurado que ese “horrendo” crimen no quedará en la impunidad. En los hechos resultó herido de bala el ambientalista mexicano Gustavo Castro Soto.

Berta Flores, madre de la dirigente, culpó al gobierno del presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández. A Cáceres, que tenía 45 años, le sobreviven cuatro hijos.

“Berta tuvo miles de amenazas. Su arma era la voz, nunca anduvo armada, la amenazaron por su lucha amplia, por la riqueza de nuestros pueblos. Era un tesoro en la lucha por los derechos de los pueblos indígenas”, dijo Gustavo Cáceres, hermano de la activista.

El mandatario afirmó que el asesinato de Cáceres “es un crimen contra Honduras” y que hay información “muy valiosa” sobre el homicidio.

El gobierno designó a 12 expertos para investigar el crimen.

Cáceres fue una prestigiosa ambientalista, defensora indígena y de los derechos humanos, con intensa labor como dirigente antigubernamental y protectora de las mujeres. Tenía medidas cautelares de protección, pero no estaba protegida al momento de ser atacada. El gobierno hondureño dijo que la activista pidió que fuera suspendida. La información fue desmentida por la organización no gubernamental Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (Cejil).

El Consulado de México en Tegucigalpa informó a EL UNIVERSAL que Castro está a salvo y es “testigo protegido” de autoridades de Honduras. “Por seguridad” tampoco se ha dado información del sitio donde convalece, precisó. Trascendió que está en un centro de salud con resguardo policial.

Castro viajó a Honduras a dar cursos de medio ambiente y es testigo clave, informó el hondureño Salvador Zúñiga, ex esposo de Cáceres, citado por la prensa de ese país. El mexicano estaba hospedado en casa de Cáceres en La Esperanza, cuando alrededor de la una de la madrugada se introdujo a la fuerza un hombre que atacó a la activista e hirió a Castro. Otras fuentes mencionan a dos atacantes.

La ONU, Amnistía Internacional, la Unión Europea, Estados Unidos y organizaciones ambientalistas e indígenas de América Latina condenaron el “brutal” y “cobarde” asesinato.

Con información de agencias

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