Tras un desayuno en el exclusivo club de Mar-a-Lago de Donald Trump en Palm Beach, Florida, el neurocirujano Ben Carson compareció ayer ante la prensa para ofrecer su respaldo y su diagnóstico sobre el hombre que podría ser elegido candidato presidencial del Partido Republicano en julio.

“Hay dos Donald Trump diferentes. El que ustedes han visto en el escenario [durante los debates] y el que es muy cerebral y se piensa mucho las cosas”, dijo Carson, el fallido aspirante a la nominación republicana que se retiró hace poco, al explicar la transformación de un candidato que hasta hace poco insultaba a las mujeres, lanzaba comentarios racistas contra los inmigrantes, prometía construir muros inexpugnables y amenazaba con guerras comerciales a países como México.

El “cambio” de Trump busca, por un lado, evitar una convención dividida que derive en un rechazo hacia su candidatura y, por otro, apelar al voto de las mayorías en Estados Unidos, moderando la imagen del magnate.

Pero esta súbita conversión resulta problemática. A nivel exterior, los líderes de muchos países no sabrán cuál es su posición real en una larga lista de temas. “Es vital que los amigos y enemigos de Estados Unidos en el mundo sepan claramente cuál es la posición de un presidente. Es especialmente peligroso si los enemigos no pueden discernir la política presidencial, porque puede haber malos entendidos. Las guerras han comenzado esa manera en la historia”, explicó Larry Sabato, analista político de la Universidad de Virginia.

En el frente doméstico, la transformación del multimillonario tiene un evidente componente de oportunismo electoral. “Hasta ahora hemos visto a un Trump haciendo alarde de una retórica a la medida de una base electoral conservadora enojada y frustrada”, consideró Hector Schamis, de la Universidad de Georgetown.

“Pero ahora tiene que hacer una política más conciliatoria para convencer a los delegados”, con miras a la convención del partido en Cleveland, añadió, en alusión a la tarea pendiente de Trump de conquistar 55% de delegados que le faltan para asegurarse la nominación republicana.

“La gente no me conoce bien. Soy un gran pensador. Mis ideas son fuertes y consistentes. Quizás la gente no me ve de esa manera porque no me ve en esos momentos. Conozco mejor que nadie el negocio de lo políticamente correcto. Pero también me gusta ser honesto y directo”, aseguró ayer Trump, al intentar justificar el por qué de muchas declaraciones suyas que han suscitado polémica.

El cambio no convence a sus adversarios. El senador por Florida, Marco Rubio, redobló ayer sus llamados para impedir una victoria de Trump en las elecciones del 15 de marzo en Florida —con una bolsa de 99 delegados—. Además, Rubio pidió a sus simpatizantes en Ohio votar por el gobernador de este estado, John Kasich, con tal de impedir el triunfo allí de Trump. “Si eres un votante republicano en las primarias de Ohio y no quieres que Trump sea el nominado, Kasich es tu mejor apuesta”, dijo el director de Comunicaciones de la campaña de Rubio, Alex Conant, en un mensaje emitido por CNN. Con información de agencias

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