“Ser o no ser, ésa es la cuestión”. Con esa legendaria frase de la literatura universal y recordando al dramaturgo inglés William Shakespeare, el Presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, inició la cuenta regresiva para definir la arquitectura bajo la cual los británicos decidirán si permanecen o abandonan la Unión Europea.

El plazo fijado por Donald Tusk para cerrar el acuerdo con Gran Bretaña es el 18 y 19 de febrero, durante la primera cumbre del año de los Jefes de Estado y de Gobierno de la Unión.

En caso de cerrar las conversaciones en el plazo fijado, el premier David Cameron podría convocar en junio el referéndum en el que los británicos dirán sí o no a un club del que forman parte desde 1973, año en que tuvo lugar la primera ampliación del bloque, de seis a nueve países en ese entonces.

El contenido del pacto definirá la postura que mantendrá el inquilino del 10 de Downing Street ante la consulta ciudadana.

Para inclinarse por la campaña del sí, el premier reclama reformas sobre gobernabilidad económica, competitividad, soberanía e inmigración, de acuerdo con un documento remitido por Cameron a Tusk en noviembre.

Entre otros, demanda que Londres no tenga que conceder a los inmigrantes de los países de la UE un acceso inmediato a subsidios laborales y ayudas sociales. También demanda una cláusula par que los países que no forman parte del euro queden excluidos de los rescates financieros de los socios endeudados de la Eurozona.

Cameron asegura que la propuesta presentada hasta ahora por Tusk muestra avances sustanciales, por ejemplo el documento reconoce que Londres no tiene la obligación de avanzar en la integración política junto con el resto de Europa; aunque “aún quedan cuestiones pendientes”.

El Gobierno polaco ha expresado su desacuerdo sobre la posibilidad de reducir beneficios sociales a los migrantes europeos residentes en Gran Bretaña.

“Más de un millón de polacos viven y trabajan en Bretaña y contribuyen a su PIB, por lo que queremos que tengan las mismas condiciones y oportunidades de desarrollo que los británicos”, sostiene la primera ministra de Polonia, Beata Szydlo.

El Presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, confía en que las conversaciones resultarán en un pacto justo para el Reino Unido y los otros 27 socios de la Unión.

Juncker descarta que las concesiones ofrecidas a Londres sean en detrimento de la integración europea, pues recuerda que "el Reino Unido ya disfruta de más protocolos y autoexclusiones que cualquier otro Estado miembro”.

El balance de las conversaciones dentro del bloque euroescéptico es uno de decepción.  Afirman que Cameron había prometido alterar de manera sustancial la manera fundamental de las relaciones entre Londres y Bruselas, y al final se está conformando con “cambios meramente cosméticos”.

"Lo que hemos logrado es una carta del señor Tusk sin cambio del Tratado, ni devolución de poderes a Reino Unido, ni control de nuestras fronteras. ¡Es patético!", aseguró el euroescéptico Niguel Farage, en debate celebrado la semana pasada en el Parlamento Europeo.

“David Cameron quiere permanecer en la UE no importa qué (…) Cameron no espera alcanzar cambios sustanciales. Sólo habrá cambios menores”, dice por su parte, Robert Oulds, director en Gran Bretaña del centro de estudios Bruges Group.

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